Carlos Rodrigo

Entre columnas

Carlos Rodrigo


Lucanor: teatro puro VS puro teatro

06/05/2024

Uno de los grandes desconchones democráticos de nuestro tiempo (el futuro dirá si se acaba derrumbando el techo, aunque es innegable que hoy la casa está considerablemente devaluada), es que nos limitamos a enfrentamos con los demás simplemente para imponernos, como enemigos que hay que ningunear, obviar y desacreditar, no como adversarios a los que hay que medirse en igualdad de armas para aceptar ganar, empatar y perder, aprendiendo a ser mejores y contribuir a una sociedad mejor. 
Después de un partido queremos matar al locutor, al árbitro, robar el bar, escacharrar el "VAR" y quemar el campo; no extraemos enseñanzas sino heridas, una cicatriz más en el alma y un deseo mezquino y gangrenado de acabar, cancelar lo llamamos ahora, con el otro, lo que estrecha aún más nuestras miras astigmatizadas y estigmatizantes, miopes y discriminatorias.
Tras unos días tan perturbadores de penas calculadas, lecciones sesgadas de democracia, adhesiones hooliganeras de taberna patibularia, preocupante hastío e indiferencia ciudadana nunca más allá del meme, verdades unidireccionales y no compartidas, réplicas y argumentos bochornosos de tercera división, comentarios descerebrados y descorazonadores con efectos internacionales… da gusto parar, templar y ver que hay vida y talento en otros planetas.
El pasado jueves en el Teatro Rojas la compañía 7 Bubbles, bajo la dirección del siempre lúcido y socarronamente divertido Israel Muñoz, y la más que solvente y profesional interpretación de Rosa Herrera y Jacobo Gallego, se estrenó la obra "Lucanor".
Una teatralización dinámica, entretenida, participativa, a ratos mágica, y moralizante, nunca doctrinaria, de los exempla que allá por el siglo XIV escribía el conde de Lucanor con bastante más medida y lucidez que los políticos, en el antes y ahora llamado twitter, del entrado siglo XXI. 
Una versión perfectamente traída y fiel de "La truhana" o "Cuento de la lechera", "El mago Illán" o "El árbol de la verdad y la mentira". 
Un clásico es algo que jamás pasa de moda. La ambición desmedida, el ansia de poder excluyente, la ingratitud, la mentira nunca pasan de moda y mueven el mundo, pero también lo hacen los profesionales, las personas de bien, el humor, el amor desinteresado… 
Somos mejores y más autónomos de lo que creemos. No necesitamos de vendedores de colonias, ni engañarnos en nuestra ingenuidad o desesperación con ilusiones infundadas, árboles de ramas mentirosas, ni embaucadores que se apoyan en nuestras costillas para prosperar con sus elaborados y hueras promesas o amenazas de trilero.
Yo aprendo más una hora con "Lucanor" que sonrojándome con un mitin porque me gusta el trabajo bien hecho, los profesionales que disfrutan de su oficio divulgando y enseñando, acercando a los clásicos, haciéndonos pensar por nosotros mismos, provocando risa y diversión sin cortapisas ni condicionantes.
Creo firmemente que "Lucanor" debería representarse en colegios, institutos y aulas universitarias. Favorezcamos a quienes tienen los valores más a flor de piel que a los manipuladores a quienes tanto gusta moralizar sin dejar de mirarse la cartera y el ombligo. Seamos más del Teatro Puro que del puro teatro.