Librería Popular acogió la presentación del poemario La noche del incendio, del autor murciano Antonio Aguilar Rodríguez; acto en el que estuvo acompañado por varios escritores.
¿Cómo surgió esta presentación en Albacete?
Por una cuestión de amistad fundamentalmente. Siempre que visito Albacete me encuentro muy cómodo. Hace años estuve en la Feria, leyendo con los que en aquel momento participaban en La isla desnuda; luego, con Fractal, los lazos se han mantenido y renovado, son gente muy especial.
¿Por qué La noche del incendio como título?
Cuanto te encuentras como es mi caso con una serie de poemas que tienen un sentido, pero a los que no le has puesto título, se vuelve una cuestión difícil, así que necesitaba un título que resumiese el sentido del libro, pero que tampoco fuera muy explícito y me encontré con esta canción de Cristina Rosenvinge, que resumía muy bien la felicidad de lo cotidiano, ese incendio de una noche cotidiana en la que lo único que se celebra es el encuentro con la familia y la tranquilidad del final del día.
¿Cuántos poemas?
Tiene unos 30 poemas.
¿Cómo es su trabajo?
Intento hacer una poesía con un sentido incluyente, una poesía, al menos en este libro, que intenta ser cercana, una experiencia con la que el lector se pude sentir identificado a través de esa especie de remanso de tranquilidad al que he llegado, con la que el lector, no necesariamente de poesía, puede identificarse, en esos espacios cotidianos de tranquilidad.
¿Los tema cotidianos son los que le interesan?
El libro trata, de alguna manera, historias paralelas, o a mí me gusta verlo así, aunque el lector tiene libertad para verlo como quiera, pero es el reencuentro feliz con la poesía, por eso el mito de Perséfone que aparece en el libro tiene ese sentido, lo que intuye es que es cíclico, pero no tiene la garantía; entonces, de repente está la felicidad, uno reencuentra el amor o también la poesía, intentado confundir esas dos sensaciones en el libro.
¿Un reencuentro?
Te reencuentras con algo que crees que has perdido, aunque de repente vuelve a tu vida. El libro celebra lo que vale el momento en sí, sin más proyecciones hacia el futuro o sobredimensionar las cosas y darle una trascendencia más allá del aquí y el ahora.
¿Verso libre o métrica?
Yo escribo con métrica. Le doy estructura a mis poemas, formalmente, basándome en el ritmo acentual de los versos y prescindo de la rima. Está a caballo entre lo que podría ser una superstición y tomar prestado algo que, como lector, la tradición me ha mostrado que es el cauce idóneo para que afloren esas cosas que tienes en la cabeza y no hay forma de formalizar hasta que las ves escritas.
Hablaba de superstición.
Un poco superstición, en un mundo tan subjetivo como la poesía, que un poema tenga la estructura rítmica del endecasílabo o heptasílabo, es como un anclaje, una especie de seguridad.
¿Sólo poesía?
Sí, sólo poesía, con alguna tentativa en narrativa o algún cuento, pero sobre todo, lo que a mí me hace feliz es escribir poesía, aunque leo narrativa y poesía.