La exposición Albacete, cómo surge la ciudad en el siglo XIX, que se inaugura hoy lunes, a las 11,30 horas, y podrá verse en el Archivo Histórico Provincial hasta el día 28, se enmarca dentro de la celebración del Día Internacional de los Archivos.
La Consejería de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha conmemora esta fecha (9 de junio) bajo el lema La configuración del entorno urbano en Castilla-La Mancha, «por tal motivo en Albacete hemos organizado una exposición documental con el título expresado», comentó a La Tribuna, la directora del Archivo Histórico Provincial de Albacete, Elvira Valero de la Rosa.
«Se trata -añadía Valero- de dar una visión de la evolución urbana de la ciudad en un siglo crucial para su desarrollo; el siglo XIX es un siglo decisivo para Albacete con fechas y hechos clave: en 1833 es designada capital de provincia; en 1834 se creaba la Audiencia Territorial; en 1855 llega el ferrocarril a la capital; entre 1805 y 1860, se llevan a cabo las obras del Canal Real o de María Cristina; en 1862 Isabel II le otorgaba el título de ciudad; y en el año1873 termina la fortificación carlista, un obstáculo que pronto desaparecería».
La directora del Archivo Histórico precisa que «Albacete estrena el siglo XIX manteniendo estructuras urbanas medievales con trazado desordenado, calles estrechas y sucias y numerosos callejones. Tenía grandes espacios ocupados por conventos desamortizados, que se convertirán en organismos del Estado; y grandes problemas sanitarios como el que provocan las aguas estancadas, por lo que desde 1805 comenzará la mayor obra de infraestructura de ese siglo, nos referimos al Canal Real o de María Cristina. Se adaptará a las demandas de lo que debe ser una ciudad de servicios gracias a una legislación en materia edilicia que obliga, por ejemplo, a los ayuntamientos de crecido vecindario a levantar el plano geométrico, con curvas de nivel, de la población, señalando en él las alineaciones de las calles, con la intención de que sirviera de base para proyectar las necesarias modificaciones urbanas y establecer una base con la que conseguir el modelo de ciudad moderna pretendido. Así es como, por acuerdo de 26 de enero de 1861, se encargó y realizó el plano de la villa el ingeniero militar, Joaquín Pérez de Rozas y Campuzano, por el que percibió una remuneración de 1.000 duros y por este precio entregó el original y 250 ejemplares litografiados en pequeño y la piedra matriz a escala 0,002. Varias capitales pidieron información a Albacete para elaborar los suyos: Alicante, Almería, Huesca y Valencia».
llegada del ferrocarril. Elvira Valero de la Rosa recuerda que la llegada del ferrocarril a Albacete en 1855 «alteró el orden jerárquico de ciertos trazados que hasta ese momento habían marcado la hegemonía urbanística, como habían sido la calle de la Feria y la calle Mayor, que sucumbieron frente a un nuevo proyecto de ciudad acorde con las exigencias demográficas, económicas y sociales».
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