La escritora María Núñez Gualda (Albacete, 1976) presentaba recientemente en la capital Niñas curiosas, una obra diseñada para motivar a las niñas a ver en el aprendizaje una aventura emocionante y para comprender que la curiosidad es esencial a la hora de materializar los sueños. La autora, ávida lectora desde pequeña, cursó la carrera de Ingeniería Industrial, en la rama de Electricidad, pero nunca abandonó su interés por el mundo de las letras y las artes, ya que su tiempo libre lo dedica a la pintura y la literatura.
¿Cómo surgió la idea de lanzarse a publicar?
Una amiga me habló de un concurso de literatura infantil donde buscaban acercar la ciencia a las niñas y me pareció una buena idea escribir algo, a modo de juego, con la colaboración de mi hija. Una vez finalizado el relato lo leyó esta misma amiga y me animó a enviarlo a una editorial; en este caso fue a Babidibú Editorial, que enseguida dio luz verde al proyecto. La verdad es que estoy contenta de haber trabajado con ellos, porque te acompañan en todo el proceso.
¿Su intención era desterrar viejos estereotipos?
Así es, quería desmitificar el estereotipo de que la tecnología es cosa de chicos. Toda persona que sea curiosa y quiera entender el mundo que le rodea puede dedicarse a la ciencia. Otro motivo es que me parecía importante dar a conocer referentes femeninos en las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), necesitamos modelos a seguir para afrontar los miedos y las inseguridades, por eso conocer las experiencias de estas mujeres puede hacer que las nuevas generaciones se sientan atraídas por esas carreras. Quiero destacar que es un libro para todos, independientemente de edad o género, hay muchas cosas a descubrir en él, está lleno de aventuras, ilusión y ganas de aportar algo.
¿Hasta qué punto su propia hija le sirvió de inspiración?
Belén es la protagonista, me inspiró su ilusión, su curiosidad y ganas de saber, porque, como es normal en los niños, cuanto más pequeños son más preguntan sin parar por el porqué de las cosas. Me parece que es algo que debemos alentar, esa necesidad de saber y descubrir. De hecho, el libro empieza con una anécdota de mi hija: un día se me acercó muy preocupada por si a nuestro gato Leo le pasaba algo; yo muy extrañada le pregunté que de dónde venía esa preocupación y me contestó que había oído que «la curiosidad mató al gato» y que nuestro gato era muy muy curioso. Por eso uno de los mensajes del libro es que la curiosidad es algo valioso y no mató al gato, sino que lo hizo más listo… la curiosidad es el valor de la ciencia y te ayuda a aprender más.
Mención aparte merece el apartado de las ilustraciones de Cocijo W. ¿trabajó con él de forma coordinada?
La Editorial me facilitó un catálogo de ilustradores y en cuanto vimos (tanto mi hija como yo) algunos trabajos del mexicano Cocijo W. tuvimos claro que tenía que ser él. Con la idea que le di para la portada tuvo claro por dónde debía ir y propuso el resto de las increíbles ilustraciones, ha sido muy fácil trabajar con él y ni se ha notado la distancia, ni la diferencia horaria.
A su juicio, ¿cómo se consigue despertar el interés por la ciencia a edades tempranas?
Acercándoles la ciencia de forma divertida, mediante el juego y la experimentación; pensamos que algunos conceptos científicos son demasiado complejos para los niños, pero nada más lejos de la realidad. Es necesario fomentar el pensamiento crítico y creativo, ayudarles a cuestionarse las cosas, es más fácil creer que pensar. También tienen un papel fundamental los libros: un libro fomenta la imaginación y es un lugar seguro. Niñas curiosas da a conocer a grandes mujeres STEM convirtiéndolas en niñas de nueve años con miedos, inseguridades, anhelos, sueños, dificultades… he intentado acercar estas figuras al público más joven, para que se sienta identificado con ellas.
¿Habrá segunda parte?
Al menos tengo una segunda parte en mente. Hay tantas mujeres STEM desconocidas y tantos inventos que usamos sin saber que fueron creados por ellas que merecen esa visibilidad: por ejemplo, Ángela Ruiz Robles precursora del libro electrónico con su Enciclopedia mecánica (1954). Hay infinidad de niñas curiosas por descubrir… dependerá de cómo vaya el libro.