A unas pocas horas de volver a las urnas es hora de hacer un esfuerzo para que en el debate de la opinión pública se hable más de ideas y propuestas y menos de progresistas o conservadores, como si lo que dicidiéramos para la Unión Europea es solo el quién, y no el qué. En realidad, votamos por ese qué cuáles son las ideas con las que gestionar el final del modelo insostenible de globalización.
El desafío no es pequeño, por supuesto. Ahora la UE concentra menos del 8% de la población mundial, pero en términos de gasto social superamos el 50%. Si al acabar la Segunda Guerra Mundial Europa era el 45% de la población, en el año 2100 será solo el 6%. Toca repensar por tanto nuestro lugar en el mundo, y eso atañe de la misma manera a Bruselas que a Puertollano, desde luego. Es hora de combatir los discursos que quieren curar los males del capitalismo salvaje y el neoliberalismo con una receta mágica: Más neoliberalismo, más salvajes en la arena. Se equivocan, o mienten, quienes estos días defienden que a esos males podemos hacerles frente con menos Europa, más nacionalismo, y una engañosa recuperación de la soberanía, volviendo al viejo truco -y tan europeo- de culpar a la inmigración de todos los males. Quizá la historia no se repite, pero rima.
En este futuro por dibujar, el sindicalismo de clase hemos apostado por una gobernanza más política y más control sobre la economía que haga posible un trato justo para la clase trabajadora. Hemos lanzado una voz única que ojalá se escuche antes y después de las votaciones y en cada rincón. Frente a quienes llevan días hablando de la esposa del presidente o de la amnistía -bien se cuidaron de no hacerlo en las elecciones catalanas- desde el primer sindicato de este país y de Castilla-La Mancha queremos que quien vaya a votar el domingo lo haga pensando en las ideas que convienen al interés público: Qué debe hacer la UE para tener reglas de trabajo justas, mejores servicios públicos, impuestos donde paguen más quienes más tienen, salarios dignos, acceso a la vivienda, una respuesta clara al grave problema de acceso a la vivienda, defender la igualdad y el feminismo.
O la hoja de ruta política europea es ésta, o nos pondremos en manos de los pirómanos de antaño, los que cargaron sobre los más pobres los esfuerzos de la crisis de 2008, los que hicieron pagar a las clases bajas el descontrol financiero y los males que atrajeron sus políticas de privatizar, desmantelar, y regalar privilegios a las clases pudientes. La memoria es caprichosa, y habrá quien quiera que nadie recuerde esta historia, pese a que sea reciente, pese a que aún podamos encontrar los testigos y los testimonios de aquella tormenta de recortes, despidos y corruptos.
Comisiones Obreras seguimos defendiendo que la respuesta a lo que necesita la ciudadanía europea está en una Unión más democrática, formada por países miembros donde la democracia se expanda y no al contrario. Una Unión Europea sin dudas frente a la deriva autoritaria, un sujeto político con más capacidad para marcar los tiempos de los retos que el mundo afronta, en lo tecnológico, en lo energético, en seguridad y defensa, en la respuesta al cambio climático. Más regulación protegiendo los derechos de las personas y los instrumentos de gobierno, en definitiva. El programa conservador y ultra no tiene una sola respuesta para estos desafíos. Más poder para sus políticos supone que asistamos a la decadencia del continente con pasos más rápido, con más dolor para las familias y los hogares, y por supuesto con represión y una deriva totalitaria como la que ya ejercen sus amigos en no pocos gobiernos nacionales. Ojalá el domingo sepamos identificar ese peligro.