El sector primario español atraviesa un momento complicado en el que los problemas no dejan de acumularse. Eventos climáticos como la sequía o una Ley de la Cadena que todavía deja mucho que desear son factores que cada día se lo ponen difícil a agricultores y ganaderos. Pero las mayores amenazas llegan desde fuera de nuestras fronteras. Cultum se recogía la semana pasada las nuevas trabas que pueden surgir con el nuevo mandato de Donald Trump en Estados Unidos y con el acuerdo de Unión Europea (UE)-Mercosur, pero la cosa no para ahí. El asunto del pacto con los países sudamericanos sigue generando protestas y malestar, pero hay otros frentes que generan dudas y preocupación: Ucrania, las protestas en Francia, Marruecos, la evolución de los mercados…
Por lo que se refiere al tratado con los países de Mercosur, el sector no lo ve nada claro. Hay que recordar que, aparte de otros miembros, hay dos gigantes agrarios que forman parte de esta unión sudamericana -Brasil y Argentina- y un acuerdo comercial con productores de este calibre ha de estar bien diseñado para no poner en peligro la actividad de los agricultores y ganaderos españoles (y comunitarios). Por ello el Comité de Organizaciones Agrarias Comunitarias (COPA) ha mostrado su disconformidad, a pesar de que la mayor parte de las Estados miembros se muestran a favor, con salvedades como Francia o Polonia, cuya posición podría cambiar por presiones del resto de socios.
El presidente del COPA, Massimiliano Giansanti, ha declarado que las organizaciones agrarias de la UE dicen «no» al pacto Mercosur en sus términos actuales y por ello se han movilizado ya ante las instituciones comunitarias para solicitar que sea reevaluado. El Comité va a remitir una carta a los presidentes de Gobierno de la Unión Europea para mostrar su rechazo al acuerdo comercial, en la línea de los agricultores que están protestando en Francia.
Las preocupaciones llegan de fuera - Foto: Pablo LorenteGiansanti ha detallado que esta organización y la que agrupa a las cooperativas comunitarias (COGECA) ya han enviado una misiva a la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen y al presidente de turno de la UE, Viktor Orban, en la que han expuesto ese rechazo. El responsable del Copa ha reclamado «reciprocidad» en los acuerdos comerciales de la UE con países terceros y las condiciones «adecuadas» para proteger a la producción comunitaria. A ese respecto, ha señalado que España, Italia y otros países del Mediterráneo ven que en los mercados hortofrutícolas compiten con otras partes del mundo donde los precios, las reglas fitosanitarias y las condiciones laborales «son desiguales».
Preguntado por la posibilidad de que se repitan a escala europea las movilizaciones que protagonizaron los agricultores comunitarios en el primer semestre -por razones como los acuerdos comerciales, entre otras-, ha señalado que «todo es posible» pero que es pronto para predecirlo. Sin embargo, las principales organizaciones agrarias de España no descartan tener que iniciar movilizaciones en los próximos meses, al igual que están haciendo los agricultores franceses, si el Gobierno español apoya este tratado comercial. El sector español insiste en lo que se ha convertido, seguramente, en la demanda más importante respecto al comercio con terceros países: el establecimiento de cláusulas espejo para que los productos importados cumplan los mismos estándares de producción que los alimentos europeos.
Mientras Francia o Polonia se oponen al pacto, Alemania apremia para que se firme y el ministro Planas defiende el acuerdo comercial y su importancia en las circunstancias geopolíticas actuales, especialmente tras el resultado de las elecciones en Estados Unidos, al tiempo que ha criticado «cierta mitología» sobre el pacto que, a su juicio, «no se adecúa a la realidad». «Cada Estado miembro defiende lo que cree oportuno, pero yo creo que hay cierta mitología en torno a Mercosur que no me parece que se adecúe ni a la realidad del acuerdo ni al momento que estamos viviendo», ha aseverado Planas, sin dar mayores explicaciones sobre a qué se estaba refiriendo al hablar de «mitología».
Las preocupaciones llegan de fuera - Foto: Stephane MaheOtros problemas.
Pero el acuerdo con Mercosur es solo una de las zancadilla que llegan de fuera. Apenas al otro lado de la frontera, estos días estamos sufriendo las protestas de los agricultores franceses. Se han levantado, precisamente, en contra del pacto con los países sudamericanos pero los platos rotos los están pagando los camioneros españoles, que se han visto detenidos en la frontera a pesar de que el sector español empuja en la misma dirección contra el posible acuerdo.
Agricultores franceses convocados por el sindicato Coordinación Rural (CR) han bloqueado desde el inicio de la semana la entrada de camiones desde España por el paso fronterizo de La Junquera. «Queremos una vez más que se escuche el enfado y la desesperación de los agricultores» franceses, había subrayado el presidente de este sindicato en los Pirineos Orientales, Philippe Maydat, sin, al parecer, darse cuenta de que la situación de los españoles es similar.
Sin embargo, hay otros problemas que acucian al campo. Después de mil días de guerra, Ucrania mantiene su liderazgo en la exportación de cereales y girasol -primer proveedor de España-, pero a ojos de los agricultores de la UE supone una competencia que baja los precios. Los mercados agrarios se han acostumbrado al conflicto y, salvo interrupciones puntuales, se mantienen los envíos, un panorama que contrasta con el inicio de la invasión rusa, que provocó una crisis por la incertidumbre sobre la oferta de materias primas y el alza de los abonos o piensos.
El comité de organizaciones agrarias de la UE (COPA) recuerda el impacto del conflicto en la cesta de la compra y alega que, además de pérdidas de vidas, ha provocado «especulación». «La guerra ha provocado una fuerte especulación, inflación y efectos económicos; alguien está ganando mucho dinero y no son los agricultores ni los ciudadanos», según ha apuntado el presidente del COPA, Massimo Giansanti.
En España, los productores han sumado al descontento y en las tractoradas de meses pasados Ucrania también ha estado en el foco; por ejemplo, en el puerto de Santander, a donde llegan cargamentos de Ucrania, hubo en septiembre concentraciones de agricultores para pedir medidas contra la competencia por la entrada de cereal ucraniano.
Los datos de los precios dan idea de la situación: los precios del trigo blando en las lonjas españolas son en estos momentos un 23% inferiores a cuando empezó la guerra y un 39% inferiores a julio de 2022, momento de mayor encarecimiento antes de que se llegara a un acuerdo entre Ucrania y Rusia, con la mediación de la ONU y Turquía, para la salida marítima de grano. El maíz, por su parte, cotiza un 16 % más barato que antes del conflicto y un 37,5% inferior a julio de 2022. Las importaciones españolas de cereales de Ucrania entre enero y julio alcanzaron 7,28 millones de toneladas, un 60 % más que el mismo período de 2023, según la asociación de almacenistas portuarios Unistock.
Marruecos.
La competencia con Marruecos también es una piedra en el zapato de los agricultores españoles. De hecho, COAG ha exigido este lunes en el Congreso la suspensión inmediata del acuerdo agrícola de libre comercio entre la UE y nuestro vecino africano. La organización esgrime la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en la que se confirma que dicho acuerdo, modificado en 2019, viola el derecho internacional por vulnerar, en particular, los principios de autodeterminación y del efecto relativo de los tratados, al no prestar su consentimiento el pueblo del Sáhara Occidental.
El responsable de frutas y hortalizas, Andrés Góngora, ha reclamado que la aplicación de la sentencia sea inmediata, sin periodos de gracia. «Los agricultores europeos no hemos tenido ese periodo de gracia y sufrimos día a día la competencia desleal de las importaciones bajo las condiciones perniciosas del acuerdo». Góngora ha añadido que «si la sentencia ha dictaminado que el acuerdo no es legal, la UE no puede cerrar los ojos y mantener 12 meses más en vigor un acuerdo ilegal solo para favorecer a determinadas empresas transnacionales, mientras los productores continuamos perdiendo rentabilidad y desapareciendo».
«Comprobamos con asombro e indignación cómo la UE y el Gobierno español están rendidos a las demandas de una contraparte, Marruecos, que utiliza un perfil negociador basado en el chantaje, en el que se utiliza el terrorismo, la inmigración y la droga como argumentos para obtener contrapartidas. Esas contrapartidas ponen en riesgo el futuro de los agricultores de la UE, que somos moneda de cambio evidente. Pero también dañan los intereses de los contribuyentes comunitarios, que no reciben los ingresos aduaneros correspondientes por los productos importados. Además, los consumidores de la UE no pueden tener certeza respecto del origen real de los productos procedentes supuestamente de Marruecos. Y por último, pero no menos importante, la propia población del Sáhara Occidental ve cómo este acuerdo UE-Marruecos sirve para mermar sus derechos», ha lamentado el responsable de COAG.
Por último, aunque no menos importante, el sector primario español se enfrenta a unos mercados inestables. La Comisión Europea ha presentado un informe que analiza las perspectivas a corto plazo para el sector agrario en 2024, mostrando un panorama mixto. Mientras algunos mercados registran signos de estabilización, las condiciones climáticas extremas y las tensiones geopolíticas, como la guerra en Ucrania, siguen afectando a la producción y el comercio.
El documento refleja un sector en plena transformación, donde los desafíos son innegables, pero también hay oportunidades para avanzar hacia un modelo más sostenible y competitivo. Para España, la clave estará en consolidar los avances en sectores como el aceite de oliva y el vino -sector al que la CE atribuye buena situación, a pesar de la crisis que denuncian los agricultores-, al tiempo que se enfrentan las dificultades estructurales en cereales y ganadería. En lo que se refiere al cereal, cultivo clave para España, nuestro país se ha visto afectado por sequías persistentes, lo que ha limitado el rendimiento de cultivos clave como el trigo y el maíz, lo cual plantea problemas de rentabilidad para los agricultores.
Sectores más afectados por Mercosur.
Si el acuerdo con Mercosur llegara a firmarse, los agricultores y los ganaderos sufrirán las reducciones arancelarias en la exportación de productos como el azúcar, la carne de vacuno y porcino, los cereales o los productos lácteos y la miel; a cambio, otras industrias como la textil, la farmacéutica, la automovilística o las constructoras se verán ostensiblemente beneficiadas, según denuncia la Alianza UPA-COAG en Castilla y León. Por ejemplo, la organización sostiene que se abriría un contingente de 99.000 toneladas de carne de vacuno, libre de aranceles, cuyo efecto comercial sería similar a la entrada de golpe de 2 millones de vacas nodrizas en la UE. Ello supondría un impacto sobre el 20 por ciento de la producción ganadera española que pondría en jaque 2.700 millones de euros. Esto implicaría, además, competencia desleal de las producciones sudamericanas, generadas con la ayuda de hormonas de crecimiento, antibióticos o pesticidas prohibidos en la Unión Europea desde hace décadas.