Todo un desafío. Así puede calificarse el reto lanzado por el president de la Generlitat de Catalunya, Pere Aragonès, en su meteórica comparecencia -diez minutos de discurso, para decir que la amnistía es solo el punto de partida hacia un referéndum de autodeterminación- en el Senado. A la hora de escribir este comentario, no conozco reacciones desde el Gobierno a lo que podría considerarse una provocación en pleno proceso de negociación de la investidura de Pedro Sánchez.
Sin duda, la comparecencia de Aragonès en la Cámara Alta este jueves no ha servido precisamente para allanar el camino de un entendimiento entre el gobierno central y Esquerra Republicana de Catalunya. Porque en las declaraciones del Ejecutivo socialista ha sido frecuente escuchar que una consulta secesionista es una 'línea roja infranqueable' por ser claramente inconstitucional, aunque Aragonès la considerase 'legal', como la amnistía. El president de la Generalitat no puso fechas para la autodeterminación, pero la consideró insoslayable, como la futura independencia de Cataluña.
Asistían a la sesión todos los presidentes autonómicos del Partido Popular (y ninguno socialista), con los que Aragonès no se quedó a debatir sobre la procedencia o no de una amnistía. No hubo, pues, diálogo en la Cámara Alta, en una sesión a la que los socialistas dieron la espalda, como tampoco lo hay en la Cámara Baja, con su actividad limitada al máximo.
El Parlamento sigue, pues, sin ser una cámara de diálogo desde la celebración de las elecciones. Y las negociaciones siguen manteniéndose en ese tono 'discreto' que, en realidad, es más bien opaco y hermético. Cierto que Aragonès dio "un sonoro bofetón a los socialistas que no quisieron venir a la Cámara a hablar de la amnistía", comentó un senador del PP. Y no menos cierto es que el president de la Generalitat ha añadido, con esta comparecencia en la que apenas saludó a los otros presidentes autonómicos, ni al presidente de la Cámara, una nueva trampa al camino, ya sembrado de minas, hacia la investidura de Pedro Sánchez. ¿Es qué parará todo esto?