El Albacete Balompié encadena siete jornadas ligueras sin conocer la victoria, aunque también es cierto que en las últimas cuatro no ha perdido, lo que le sitúa en la parte baja de la tabla clasificatoria, a sólo dos puntos del descenso. Una situación no esperada o preocupante para muchos, pero no hay que olvidar que el lugar natural del club blanco es la Segunda División, unas veces más arriba y otras más abajo, como ya escribí el pasado 11 de agosto, con motivo del inicio de la Liga Hypermotion en un artículo que rematé así, tras una gran campaña de abonos: «El Albacete sembró en el último campeonato liguero y ha recogido los frutos en forma de una gran cifra de abonados para esta temporada, pero a partir de ahí toca trabajar, en el campo y en la grada, porque llegarán las duras y las maduras en una campaña que nadie sabe por dónde puede romper. Sea uno u otro el devenir nunca debe faltar el aliento. ¡Aúpa Alba!».
Por desgracia, transcurrido más de un tercio, no ha roto para bien y nos encontramos en las duras y, por suerte para el Alba, lo que no falta es el aliento de su afición, más fiel que nunca y reflejado no sólo en la grada del Belmonte, sino en las de los estadios que visita el conjunto blanco. No puedo decir lo mismo de lo que pasa en el campo, con jugadores que no están dando, por unos u otros motivos, lo esperado y con una palmaria irregularidad, con el añadido de un empecinado entrenador que, salvo por lesiones o sanciones, casi siempre pone sobre el tapete a los mismo 11 jugadores.
No sé si la plantilla no da para más o Rubén Albés, jornada tras jornada, piensa como el exentrenador del Real Madrid, John Benjamin Toshack, quien, tras un mal partido de su equipo, dijo: «los lunes pienso en cambiar a diez jugadores, los martes a ocho, los jueves a cuatro, el viernes a dos, y el sábado ya pienso que tienen que jugar los mismos cabrones de siempre».