La arquitecta Elia Gutiérrez fue la encargada de inaugurar el programa Hacemos Barrio con una conferencia titulada La calle Ancha: Epítome de la arquitectura de Albacete. Gutiérrez recorrió esta «pequeña gran vía» de la mano de sus obras y arquitectos más relevantes, describiéndola como un «museo a escala natural». Afirmó que era un «honor y una gran responsabilidad» abrir el ciclo, agradeciendo a los organizadores que le dieran esa oportunidad, en la que estuvo acompañada por su compañero Pedro Parada, que fue el encargado de presentarla.
¿Por qué eligió este título para la conferencia?
Me parecía que el título era significativo y elocuente de lo que representa desde el punto de vista de nuestro patrimonio arquitectónico contemporáneo la calle Ancha, en el sentido de que en ella se dan cita no sólo las mejores arquitecturas de la ciudad, sino que en un breve espacio se concentran todas las variaciones, inquietudes y sensibilidades que, por otra parte, recorrieron la arquitectura española e internacional en ocasiones a lo largo del siglo XX.
¿Y por qué la expresión de pequeña gran vía?
Me gusta contemplar la calle Ancha como una especie de museo a escala uno/uno, de escala natural, que invito a visitar, vinculado a esa idea que me parece especialmente interesante del paseo. Paseos de arquitectura por la ciudad de Albacete titulé ya un libro que tiene sus años, porque defiendo y sostengo que la experiencia de la arquitectura personal, intransferible y cuerpo a cuerpo es irremplazable. Evidentemente, nos servimos de imágenes y de la palabra para explicarla, pero creo que hay que invitar a la gente a desvelar lo que la arquitectura nos puede hacer sentir y experimentar a través de renunciar a las pantallas y colocarnos como en tesitura no solo de verla, sino recorrerla, tocarla y establecer con ella un contacto que ponga en juego nuestra sensibilidad a través de todos los sentidos.
Me gusta el guiño de pequeña gran vía porque la calle Ancha opera como una intervención relativamente reciente en el tema de ancha. El proyecto de alineaciones que ensancha sus tramos históricos, que se llaman Marqués de Molins, se pone en marcha en 1918, debido al cual debemos esa denominación de calle Ancha. El tramo de Tesifonte Gallego se pone en marcha en el momento en el que se construye el Parque AbelardoSánchez, que constituye un atractor fundamental para la burguesía albaceteña, y esa fuerza retroactiva impele el ensanche de los tramos históricos. Esa es la razón por la que, a veces, edificios que están en tramos más antiguos son, sin embargo, de fechas más recientes que los que están más próximos al Parque.
Con la apertura de esta vía se hace un guiño a la que todos tenemos en la cabeza, que es la Gran Vía madrileña, por el sentido de ensanchamiento, pero también como lugar predilecto de la burguesía local para mostrar en la ciudad que es la escena urbana en donde la representatividad se pone en juego con mayor contundencia, y esto el poder lo sabe bien para erigir sus edificios.
Decía que la calle Ancha es un museo al aire libre y que contempla las mejores arquitecturas de la ciudad, ¿qué destacaría de ella?
Es una operación que podemos leer a muchos niveles. El nivel que comentaba antes, el urbanístico, cómo operaciones afortunadas como la construcción del Parque Abelardo Sánchez permiten tensar e impulsar el crecimiento de la ciudad en esa dirección, por otra parte, haciendo una especie de réplica muy hermosa a lo que había supuesto en su día el propio edificio de la Feria. Pues esa forma de gota tiene que ver con la primitiva Feria, que era una línea y un círculo después doblados por la intervención de los años 40 que le da la configuración que actualmente conocemos y que, como muy bien se ha recordado este año, las actuales puertas de la Feria han cumplido 50 años proyectadas por Manuel Carrilero.
Por un lado, tiene esta condición de operación urbana que yo creo que es tan necesaria de cara a pensar las ciudades, pero, por otro lado, tiene una lectura extremadamente interesante como lugar predilecto de asentamiento de las burguesías y porque desde ella podemos hablar de todos y cada uno de los arquitectos importantes que dejaron en la ciudad de Albacete algunas de sus mejores piezas. Hay una historia humana detrás de la calle Ancha, de las visicitudes, por ejemplo, del arquitecto municipal Daniel Rubio con quien vamos a arrancar en el Gran Hotel, con el poderío incontestable de Julio Carrilero en las piezas más importantes o qué decir de la casa Cabot de Miguel Ortiz e Iribas. Es como si hubiéramos construido una exposición no sólo de piezas, sino también de biografías e historias personales.
Además, es muy representativa del cierto desdén de las variaciones en la normativa urbanística que han permitido demoliciones absolutamente incomprensibles. Lo que era hermosísimo en la calle Ancha era el conjunto y eso se ha perdido, por lo que esta vía tiene también una lectura en la que se abre la nostalgia.
También nos plantea cuestiones muy actuales que, en mi opinión, hubieran debido de tratarse de manera mucho más plural y participativa con la ciudadanía. Me refiero a la peatonalización de los tramos históricos de la calle Ancha y del Altozano, y también a cómo desde que esa peatonalización se produce, de alguna manera, que es algo que me da mucho miedo, hay una tentación de parquetematización de la calle Ancha, de colocar cosas que pueden tener una cierta gracia pero que no dejan de convertir la convivencia en un álbum instragrameable. Da la sensación de que lo importante es que haya una foto simpática y graciosa, pero donde la arquitectura no importa absolutamente nada.
Me parece que la arquitectura queda como un telón de fondo, a veces incluso ocultada y escamoteada detrás de las sucesivas instalaciones que vivimos, que si en Navidad, que si con los paraguas. Creo que eso hay que tomarlo más en serio y no abrazar la última moda porque la hayamos visto no sé donde.
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