Cuando apenas restan horas para despedir una Feria de Albacete que puede batir un nuevo récord de visitantes y volumen de negocio, no está de más viajar en el tiempo, concretamente a 1908, para aproximarnos a una celebración muy distinta a la actual, donde los tratantes de ganado eran los principales protagonistas, así como algunas casetas donde se improvisaban tabernas que fueron preludio de las actuales casetas.
En estas dos instantáneas que el diseñador gráfico y maquetista José Carlos Molina de las Heras encontró por casualidad en el Rastro madrileño, y que fueron publicadas por la revista La Hormiga de Oro, editada en Barcelona entre 1884 y 1936, nos encontramos con un ciclo ferial cuya fisonomía dista mucho del actual, previo a la reforma del Recinto y donde las huertas próximas al mismo dominaban el paisaje urbano.
En torno a los carros se reunían el ganado que posteriormente era objeto de transacción entre los tratantes y durante estas jornadas los propios feriantes vivían con lo básico, cocinaban en plenos Ejidos y dormían en las tartanas.
Poco después de la fecha de estas fotografías, en el año 1912 se construiría el quiosco modernista que se conserva en la actualidad, diseño del arquitecto municipal Daniel Rubio, y algunas décadas más tarde, siendo alcalde Eduardo Quijada, se realizaron las obras de ampliación añadiendo un tercer círculo a la Sartén, el salón de exposiciones y los dos pabellones del paseo de entrada.