Javier del Castillo

Javier del Castillo


¿Y la europea?

18/02/2025

La celebrada interrogación que encabeza este comentario fue pronunciada por Mariano Rajoy en el verano de 2015, durante una entrevista con Carlos Alsina en Onda Cero. No es mi intención sacar de contexto esa interrogación, formulada en tono de defensa, pero sí cabe cuestionarse en estos momentos otra muy similar: ¿y qué nos queda de Europa?
Ensimismados en problemas domésticos y en debates que sólo sirven para mostrar las diferencias que supuestamente nos unen, nos habíamos olvidado de nuestra endeble posición internacional. Ha tenido que volver Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos para decirnos que Europa – y más concretamente España – no destina suficiente dinero a la defensa y que, a partir de ahora, serán ellos quienes decidirán el futuro de Ucrania y los que impondrán una salida unilateral al conflicto entre Israel y Palestina. 
Los ataques del vicepresidente de EEUU, J.D. Vance, a la Unión Europea durante la pasada Conferencia de Seguridad de Múnich, pueden parecernos excesivos, pero reflejan una realidad incuestionable: la debilidad del 'viejo continente'. La falta de influencia de la Unión Europea en el orden internacional es evidente. Apoyamos a Zelenski, frente a la agresión de Putin, pero seguimos comprándole gas a este último. Aprobamos reforzar los presupuestos en defensa de la OTAN, a la vez que buscamos subterfugios para no cumplir con esos compromisos de manera inmediata.
El gobierno español anuncia que duplicara el gasto en defensa en 2029, hasta alcanzar los 36.500 millones de euros, pero es imposible llevarlo a cabo con un poder ejecutivo en minoría, salvo que se pongan de acuerdo en esta cuestión el Partido Socialista y el Partido Popular. También sabemos de sobra que las promesas y buenas intenciones son cada vez menos creíbles. No convencen a las grandes potencias y mucho menos a Trump, que ha decidido ir por libre y aliarse antes con Putin que con los países aliados del viejo continente. 
Estados Unidos, con Trump, ha dejado de ser una solución para convertirse en un problema de consecuencias imprevisibles. Mientras la Unión Europea exhibe sus diferencias y tampoco encuentra soluciones que permitan detener las ambiciones imperialistas del presidente ruso – empeñado en recuperar la URSS anterior a la llegada de la 'perestroika' -, el nuevo 'sheriff norteamericano' tira por la calle del medio y decide arreglar por su cuenta, con el beneplácito de Putin, un conflicto bélico iniciado por Rusia hace tres años. Dejando, además, fuera de un posible acuerdo de paz al legítimo gobierno ucraniano, liderado por Zelenski. 
Mientras EEUU y Rusia recuperan sus buenas relaciones, China permanece expectante, calentando en el banquillo, sabiendo que se acerca el momento de consolidar su hegemonía y protagonismo en el nuevo orden mundial. Ante esta situación, Europa necesita despertar. Estar más unida que nunca para defenderse de los enemigos externos. Pero, para hacerse fuerte y levantar la voz ante agresiones imperialistas, necesita demostrar primero que es capaz de sumar voluntades y fortalecer una política común, en la defensa de los territorios y en la defensa de nuestros valores democráticos.
Necesitamos, en mi opinión, una Europa que pueda defenderse sin ayuda de terceros. En definitiva, una Europa que recupere la iniciativa. No podemos consentir que un loco, como Trump, o un dictador con afanes imperialistas, como Putin, pretenda ningunearnos y pasarnos por encima.