El escritor Antonio Cano Gómez obtenía recientemente el Premio Murcia Libro de Novela Breve por una obra ambientada en un pueblo ficticio de la provincia de Albacete: Alborada. El autor, licenciado en Derecho y secretario de Ayuntamiento, retoma el género policíaco para situar un relato que perturba la tranquilidad de una pequeña comunidad rural a principios de los años 80.
¿Por qué se le ocurrió esta ambientación tan manchega?
Bien, yo estuve trabajando durante varios meses en una localidad de Ciudad Real a la que iba de forma regular atravesando buena parte de la comarca de La Mancha albacetense, por ello pensé en un pueblo que podría estar ubicado en el triángulo formado por La Roda-Munera-Barrax, porque quería partir de ese ambiente típicamente manchego.
Una acción que transcurre además en un momento crucial de la transición política.
Efectivamente, en los dos meses previos a las generales de 1982, ya que entiendo que desde el punto de vista literario la transición a la democracia es una época que da mucho de sí, además suele decirse que una buena novela policíaca tiene que reflejar bien la sociedad en la que está ambientada. La novela transcurre entre el día en que Leopoldo Calvo-Sotelo convoca las elecciones y la noche en que Felipe González gana los comicios, lo que hace coincidir el nerviosismo de todo un pueblo ante esa cita electoral con la resolución del crimen.
¿También incluye en la narración una crítica social latente?
Más que crítica social he intentado hacer una especie de reflejo social de la época en la que se desarrolla, las ilusiones de un sector de la sociedad, los miedos ante un posible cambio y las buenas relaciones entre personas con ideologías totalmente diferentes.
¿Todo esa amalgama de personajes parecen ocultar siempre algo?
Así es, para mí el interés principal de la novela no es la resolución del asesinato cometido, aunque también, sino ver cómo a lo largo del proceso todos los vecinos investigados tienen miedo a que tirando del hilo se lleguen a descubrir ciertas miserias que ocultan, algo que ocurre en muchos procesos de investigación, que terminan sacando a la luz cuestiones personales del entorno.
¿Esa sociedad rural un tanto cerrada de la época contribuye también a alimentar ese ambiente de constantes recelos?
Claro, es un pueblo pequeño que refleja la sociedad rural de la época, con una mentalidad mucho más atrasada, quizás en la actualidad no habría tanto interés en ocultar ciertos asuntos.
Aparte del comisario Galván y su ayudante, esa sociedad rural es también la verdadera protagonista, ¿no?
Sí, incluso hay referencias a la vida municipal, porque en los pueblos existe un trato mucho más directo entre los vecinos y los representantes políticos, algo que yo conozco bien por mi profesión -el autor es secretario de Ayuntamiento-, y todo eso aparece retratado en el ambiento costumbrista del lugar.
¿Se encuentra especialmente cómodo en este género?
Siempre distingo entre el género policíaco y el género negro, porque en el segundo se parte de un ambiente más suburbial, con más venganzas y traiciones, mientras que el primero parte de un asesinato y va reflejando las motivaciones de los personajes y traza un perfil psicológico de los mismos, en ese sentido me influyó mucho la escritora británica P.D. James, que se centra bastante en el pasado de cada personaje y en cómo se va moldeando la forma de ser del mismo. También me han influido en el ámbito de la novela política y social española citaría a autores de muy diversa ideología, como Fernando Vizcaíno Casas o Almudena Grandes, además últimamente estoy leyendo mucho a Javier Cercas y a Manuel Vicent.
¿Seguirá cultivando el mismo?
Sí, llevo ya un año diseñando el contenido de mi tercera novela, que partirá de la investigación acerca de una persona desaparecida en el Madrid republicano durante la Guerra Civil y que posiblemente me llevará varios años, actualmente sólo tengo escrito el preámbulo, seguirá el género policíaco con trasfondo político, por así decirlo es una novela policíaca sin policía.