El Bernabéu y el milagro cotidiano

Diego Izco (SPC)
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Otra remontada de última hora situó al un buen Real Madrid en su hábitat natural: la final de la Copa de Europa. Vinícius fue decisivo... donde también lo es Mbappé

El brasileño fue el jugador más desequilibrante del cuadro merengue. - Foto: J.J. Guillén (EFE)

No es que 'se acabaron las palabras para definir lo sucedido en el Bernabéu', es que nunca hubo una sola que pudiera definirlo con exactitud. Los milagros, por definición, son la sublimación de lo extraordinario. Pero la rutina, lo que sucede una y otra y otra vez, es exactamente lo contrario: algo cotidiano y común. Así como no hay nieve caliente, no debería haber fenómenos cotidianos… pero cuando suceden tantas veces, estamos ante 'algo' que escapa al diccionario, a lo futbolístico y a lo lógico. Un 'algo' inexplicable, o 'explicable' desde una perspectiva mística. Por ejemplo, que el Bernabéu está construido sobre un cementerio indio o similares: no hay duda de que es un estadio encantado. 

Neuer

Ese 'algo' logró que un inocente disparo de Vinícius 'picase' en el único trozo irregular de hierba de todo el área y que Neuer (38 años y siete paradas enormes hasta entonces) cometiera una pifia que nadie en Alemania le recuerda desde que debutó con el Schalke hace 18 años. Fallos en Europa y ante el Real Madrid como los de Donnarumma, Karius, Ulreich, Mendy, Alisson… publicaba 'Stats Perform' que, desde la 06-07, el Madrid es el equipo que más goles ha logrado en Champions (25) tras errores del guardameta rival, 13 más que el Liverpool, segundo en el 'ránking'. Porteros de categoría mundial que, durante una décima, se olvidan de quiénes son y qué saben hacer… y, poco después, recogen la pelota de sus redes. 

Merecerlo

Antes de ese gol del empate, el que lo desencadena todo, el cuadro merengue había sido muy superior a un Bayern temeroso, consciente de su inferioridad, defensivo -sin serlo, obligado- y hechizado por el ambiente del Bernabéu. Y, sin embargo, tuvo la opción de mandar al Madrid a la lona (un contraataque infame -cuatro para dos- con 0-1 en el marcador) y la de empatar en el 102 en una jugada que llenaría hoy páginas si nos la hubiesen perpetrado a nosotros. «Lo fácil sería hablar del árbitro -aseguraba De Ligt al final del partido-, pero ellos merecieron pasar». En España lo habríamos dicho exactamente al revés: «Merecieron pasar, sí, pero lo del árbitro...». 

¿Hace falta Mbappé?

Suena 'loco' hablar de crítica en medio de la gran resaca, pero… ¿realmente le hace falta Mbappé al Real Madrid? Exactamente en el sitio donde el francés desequilibra, los blancos ya tienen al jugador más desequilibrante del mundo. Si la palabra 'terrorista' no tuviera connotaciones negativas (sencillamente, «aquel que siembra el terror»), sería el término perfecto para definirlo frente a Kimmich, De Ligt, Neuer... Durante 15-20 minutos de la segunda mitad, la exhibición del brasileño fue antológica. En estas semifinales hemos aprendido que al francés sí se le puede parar (no concederle metros atrás, ayudas, intentar que busque sitio por el centro, donde su actividad se diluye...) pero a Vinícius no: queda rezar y desear que no tenga un buen día. Y cada vez son menos. 

Dortmund

Al otro lado de las semifinales, el Dortmund dio la campanada en París y tumbó el enésimo proyecto 'presuntamente ganador' de Catar. 30 disparos no fueron suficientes para perforar la portería de Kobel. Los 'borussers' alcanzan su tercera final en una temporada que olía a mediocre hasta que Europa brindó una oportunidad dorada a tipos en una tercera juventud como Hummels, figuras recicladas como Sancho, eternas promesas como Brandt y secundarios como Füllkrug, que es el máximo goleador de los amarillos en esta edición con apenas tres goles. Cuando cayeron en el 'grupo de la muerte' junto a PSG, Milan y Newcastle nadie esperaba la final. Pero el fútbol, a veces, da prioridad a 'cosas' que no suceden con el balón.