El gran día ya ha llegado. Tras una de las campañas electorales más convulsas de la Historia reciente, más de 200 millones de ciudadanos estadounidenses están llamados hoy a las urnas para determinar el futuro político del país -y posiblemente el rumbo del mundo- durante el próximo cuatrienio. La vicepresidenta, Kamala Harris, aspira a prolongar el Gobierno demócrata ante un Donald Trump que busca regresar a la Casa Blanca cuatro años después, en un contexto en el que las encuestas evitan dar por sentada la victoria de alguna de las dos candidaturas.
El proceso lleva semanas en marcha, habida cuenta de que unas 75 millones de personas habían votado ayer de forma anticipada por correo y de manera presencial, si bien habrá que esperar a que cierren los colegios -la mayoría lo harán entre la 1,00 y las 6,00 horas peninsular-, tras lo que vendrá un goteo de proyecciones y resultados a partir de los cuales se conocerá al nuevo presidente de EEUU.
Apurando la última jornada antes de la trascendental cita, los aspirantes a relevar a Joe Biden en el Despacho Oval se repartieron por algunos de los estados que están llamados a marcar el devenir político de la nación. Así, Trump aprovechó un mitin en Georgia para redoblar sus ataques contra Harris, a la que acusó de ser «la peor vicepresidenta en la Historia» del país. «Kamala habla de arreglar la economía, pero ¿por qué no lo hace? No va a hacer nada. Es incapaz de hacerlo. Su plan impondrá el mayor aumento de impuestos a las familias», apuntó el exmandatario desde la ciudad de Macon.
En las últimas horas, el magnate protagonizó también varios actos por Carolina del Norte, Míchigan y Pensilvania, este último también elegido por la vicepresidenta. Y es que este estado es uno de los denominados swing states, el nombre por el que se conoce a aquellos territorios que no se inclinan con claridad por uno de los dos grandes partidos. Los demócratas se impusieron por un estrecho margen en 2020 -de 1,2 puntos porcentuales- y Harris aspira a retenerlo y hacerse con los 19 representantes en juego.
Quien podría convertirse en la primera presidenta de la nación norteamericana prometió en uno de sus discursos de cierre que, si consigue las llaves a la Casa Blanca, trabajará para poner fin a la guerra en Oriente Próximo y dará a los palestinos la «dignidad» que merecen.
Compromisos y alegatos con los que ambos aspirantes trataron de rascar apoyos clave para uno de los pulsos más reñidos de los últimos tiempos. La media de encuestas recopiladas por FiveThirtyEight muestran empates técnicos, con lo que la victoria podría quedar determinada por márgenes muy estrechos o requerir recuentos.
En principio, los sondeos dan una clara ventaja a Harris en voto popular, pero la exsecretaria de Estado Hillary Clinton experimentó hace ocho años que no basta con obtener más sufragios que su rival sino imponerse en zonas bisagra, donde Trump parte con ventaja.
Un mapa teñido
Durante la noche electoral, las proyecciones irán tiñendo el mapa de azul o rojo y el contador de cada aspirante irá subiendo. Una vez que uno de ellos alcance los 270 apoyos, más de la mitad de los integrantes del Colegio Electoral, se le proclamará de facto ganador en los comicios.
La Casa Blanca no es lo único que está hoy en juego, ya que la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, se renovará totalmente, y en el Senado, con dominio demócrata, se ponen en juego una tercera parte de los escaños. Y controlar el Legislativo es imprescindible para que un presidente tenga margen de maniobra.
Con unas encuestas en empate técnico, la frase «todo voto cuenta» cobra más sentido que nunca.