En el barro de la incertidumbre

N. Herrero (EFE)
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Multitud de propietarios de pequeños negocios completamente destrozados se debaten entre cerrar o ponerse manos a la obra

Las personas que tienen que empezar de cero se cuentan por miles - Foto: Rober Solsona (Europa Press)

La DANA que arrasó hace una semana varias comarcas de Valencia anegó miles de casas y también bajos comerciales, una ola que arrasó multitud de pequeños comercios y que ha puesto en el aire la vida de sus propietarios. Hay ya quien tiene casi claro que no volverá a abrirlos, los que navegan en el barro de la incertidumbre y aquellos que ya se han puesto en marcha.

Eva tiene dos hijos pequeños y una cafetería en Catarroja donde trabajaban cinco personas y a la que aún no ha podido entrar, pero que sabe que está arrasada. Ahora mismo no cree que vuelva a verla en marcha, al menos con ella y su familia al frente. «No creo que vuelva a abrir», reconoce.

«Las ayudas no van a llegar, sería dinero que tendríamos que sacar de nuestro bolsillo y con dos bebés no se puede. No sabemos en qué condiciones está pero los hornos, los congeladores, los arcones... todo está perdido. El agua llegó allí a 2,20 metros», asume resignada. «Creo que es imposible recuperar algo. Nos obliga a una nueva vida. Nos lo estamos replanteando. Costará, pero intentaremos salir adelante, como se pueda», asegura.

Pascual camina cabizbajo con su mujer y su hija. Va desde Alfafar a Valencia, unos tres o cuatro kilómetros; se dirigen a casa de unos familiares a ducharse. Para ellos, esta debía ser una semana inolvidable porque inauguraba un estudio de tatuaje en Alfafar, pero lo va a ser porque lo han perdido todo. La obra estaba acabada, todas las máquinas y los ordenadores instalados, pero además había guardado allí todo su trabajo como director de arte, una profesión que había comenzado a apartar. Ahora no tiene nada.

«Estaba todo el negocio montado, la previsión era inaugurar esta semana y estaba ya todo el equipamiento. Además, después de 25 años en el sector, imagínate todo lo que había reunido. Reforma nueva, material nuevo y lo antiguo, que casi duele más que lo nuevo. Toda la vida, todos los trabajos, fotos familiares, de trabajo, maquinaria, camillas... todo», resume. «Estamos replanteándonos todo. Buscar otro estudio o tirar por otros caminos. Nos queda mucho hasta que volvamos. El agua nos ha tirado las paredes y hay que hacer toda la obra nueva... mínimo un año sin que pueda estar en funcionamiento», añade.

Hay otro Pascual que ya se ha puesto en marcha. Desde hace 15 años es el dueño de una pequeña inmobiliaria en La Torre, la pedanía de Valencia más afectada por un tsunami de agua y barro que les destrozó la oficina, los ordenadores y los discos duros con las copias de seguridad. No había nube que valga en un bajo que, tras cuatro días de duro trabajo, parece bastante limpio para lo que se ve fuera y en el que en breve empezará una obra, la que hará él mismo.

«Estaba todo destruido, tuvimos más de un palmo de lodo dentro. Hay que quitarlo y volver a reformarlo todo. Empezar de cero», resume. A sus 46 años se ve con fuerza para poner todo de nuevo en pie, pero asegura que sería la última vez: «Si vuelve a pasar, lo dejo».

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