Pocos deben ignorar lo que es un auricular pequeño disimulado, que suele utilizarse para escuchar. Son bastantes los que recurren a estos aparatos para mejorar la audición, y de eso saben los especialistas del ramo, que se dedican a proporcionar los mejores dispositivos para poder relacionarnos con eficacia y oír en niveles adecuados para escuchar más y mejor.
A partir de un determinado momento de nuestra historia tecnológica, esos pequeños pinganillos irrumpieron en la vida cotidiana para facilitar la escucha mientras hacemos cualquier otra tarea. Unos auxiliares perfectos para mantener la atención, al tiempo que usamos las manos en otros menesteres.
Los intérpretes del idioma, expertos en traducir el lenguaje, son los que conocen el significado para favorecer la comunicación. En cualquier foro se hacen imprescindibles cuando los idiomas impiden el intercambio de ideas. Las innovaciones están proporcionando dispositivos automáticos, que reproducen las palabras en el idioma que se elija, algo que libera de aprender lenguas distintas a la materna. Pero no hay modo, electrónico o no, de comprender determinados mensajes, incluso, usando el mismo modo de hablar.
Los pinganillos tienen serias dificultades para que entendamos argumentos, aunque tratemos de utilizar los servicios de un traductor. La incomprensión se apodera de nuestras relaciones personales y sociales construyendo muchas barreras insalvables, que impiden la normal comunicación, porque los sectarios intransigentes se colocan en el pedestal de la soberbia para dañar una armonía, que se debe al bien común. Los más descerebrados acaparan pinganillos para interceptar palabras con las que sería perfectamente lógico comunicarse. Dos idiotas sociales se empeñan en distinguirse de los demás imponiendo su modo de hablar, cuando pueden usar la misma lengua.
empatía elemental. Cualquier persona inteligente sabe que lo más eficiente y eficaz suele ser usar la línea recta en situaciones de normalidad intelectual. El empeño colectivo para aprender otras lenguas no tiene mejor razón que la de comunicarse, excelsa manifestación de una empatía elemental. La mayor riqueza se encuentra en la confluencia de distintos pueblos hablando el mismo idioma, que suma geométricamente las posibilidades de comprensión y entendimiento. El hombre sigue buscando la quimera del esperanto, lo que se consideró el zenit de la intercomunicación humana, pero otras fuerzas egoístas se empeñaron en mantener en plena actividad la eterna Torre de Babel.
Muchos siguen luchando por lograr el mejor modo de entendernos, aunque otros persiguen la ruptura y confrontación. Para esos fines, es mejor desquiciarnos interponiendo mecanismos tribales con los que alejar intereses y conseguir la supremacía social. Algunos de nuestros representantes políticos, armados con limitada autoridad moral, siguen socavando los avances desplegados para conseguir la cohesión social, sincera y generosa. Minan objetivos comunes solapándolos con ocurrencias esperpénticas, que secundan otros insolidarios tragaldabas, empeñados en mantener su morro dentro del atroje público.
audífonos morales. En todo caso, porque es una realidad inapelable, necesitamos audífonos morales para tratar de comprender determinados comportamientos, que sobrepasan la desvergüenza social y una descarada maledicencia. Hay quien se considera traicionado por determinadas decisiones políticas, que algunos intermediarios mediáticos, como expertos intérpretes, suelen traducir en el idioma que más les conviene con el fin de hacernos entender lo imposible. Y para que nos traduzcan lo que en términos políticos significa tomar contacto, hablar, negociar, respaldar, cordón sanitario, presión, coalición, converger, pacto de investidura, pacto de legislatura, nación de naciones, igualdad, indultos, amnistías, alivios penales, intercambio de favores, legislar a la carta, venderse por votos, confluencias, oposición constructiva o destructiva, colaboraciones coyunturales, debate de sordos, cotillero, bulo, reuniones consultivas, minorías mayoritarias, sector progresista en órganos jurisdiccionales, hacen falta muchísimos pinganillos.