La convocatoria de elecciones en Cataluña para el 12 de mayo se ha llevado por delante los Presupuestos Generales del Estado que con tanta verborrea venían defendiendo estas últimas semanas los miembros del Gobierno, incluido el propio Presidente. La economía española, por tanto, continuará el año 2024 con las cuentas prorrogadas y, como casi todo en la vida, gobernar sin presupuestos tiene cosas buenas y cosas malas. Sí merece la pena recordar cuando el PP prorrogaba las cuentas, que para Sánchez un Gobierno sin presupuestos es como manejar un coche sin gasolina. Y es cierto en muchos sentidos. Lo sorprendente es que ahora que no los van a tener, que han tirado la toalla por miedo a no tener los apoyos suficientes, nos digan que se puede hacer política sin ellos, sin perjudicar ni tan siquiera la legislatura.
En cualquier país serio del mundo occidental es muy normal que un Gobierno que es incapaz de sacar adelante las cuentas públicas disuelva el Parlamento y convoque elecciones. En España se tira como si no hubiera pasado nada y se dejan de hacer cosas importantes, pero también otras dañinas para los ciudadanos y se sigue gastando, se abusa del Decreto-Ley y punto. Lo que ocurre es que este año es distinto. Han vuelto a estar en vigor las reglas fiscales que cayeron por la pandemia y hay que cumplir con un 3% de déficit. Además, el BCE dejará de invertir en deuda pública que también habrá que ir corrigiendo.
¿Y todo esto, qué supone? Para empezar, que deberán contenerse en el gasto, que caen inversiones importantes, por ejemplo, en las decenas de miles de viviendas públicas que se iban a poner en marcha, en nuevos encargos a Navantia, prometidos durante la campaña e incluso está en duda la compra del 10% del capital de Telefónica. Resumiendo, menos actividad y menos empleo. Otra de las cosas que se lleva por delante no tener presupuestos es que los impuestos, los grandes recaudadores, no se pueden tocar y esto tiene una parte mala, por ejemplo, no se podrá deflactar la tarifa, ni cambiar los tramos. Vamos a ver en este sentido qué ocurre con la promesa de aumentar el mínimo exento prometido como consecuencia de la subida del SMI o la puesta en marcha de nuevos cheques o ayudas. En todo caso, no se engañen: de una forma u otra seguirán gastando si quieren que salga adelante alguna nueva ley que necesite los votos en el Congreso, aunque eso suponga que, como ya advierten el Banco de España o Funcas, lleve aparejado no cumplir con la exigencia de Bruselas de dejar el déficit público en el 3% del PIB. También habrá que ver la marcha de la llegada de los tramos que faltan de los fondos europeos.