Todas las autoridades civiles, militares y hasta religiosas se dieron cita esta mañana en la sede de la cooperativa Agraria San Antón de Albacete para celebrar el 40 aniversario de esta empresa puntera del sector agrario.
La empresa nació en 1984 a iniciativa de un grupo de 10 pioneros -de los que por cierto estaban dos de ellos en acto- hasta convertirse en un moderno complejo agroindustrial con 15.000 hectáreas de regadío y 40.000 de secano detrás.
En el acto intervinieron el presidente de la Diputación, Santiago Cabañero, el consejero de Agricultura, Julián Martínez, y el alcalde de Albacete, Manuel Serrano, pero los dos discursos clave los dieron el presidente de la cooperativa, Antonio Melgarejo, y el de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page.
El presidente se hace la foto de familia con las autoridades y los directivos de la cooperativa agraria. - Foto: R.S.En un claro tono reivindicativo, el primero hizo una reflexión en la que pidió a la sociedad y el Gobierno regional que se deje de ver a los agricultores «como el enemigo» cuando su labor es básica para la economía, la demografía y el medio ambiente.
También se hizo eco de la «inquietud» de los agricultores porque «hay demasiadas imposiciones que complican nuestra actividad y que, incluso, a veces son casi imposibles de cumplir» y al mismo tiempo producir los alimentos que demanda la sociedad.
Por su parte, el presidente regional recogió el guante, y se comprometió a defender los intereses de la región ante una burocracia europea que a veces peca de «fanatismo» y desconocimiento de la realidad del potente sector agropecuario regional.
En este sentido, recordó que el próximo 18 de abril mantendrá un encuentro en Bruselas con el comisario de Agricultura, Janusz Wojciechowski, y que intervendrá en el Comité Europeo de las Regiones.
No obstante, hizo una puntualización, «y es que hay quien dice que Europa es el problema, pero Europa siempre ha sido la solución y lo sigue siendo, hoy más que nunca; los contenedores nacionales se han quedado pequeños y Europa no es que sea conveniente, sino que es imprescindible».
También hizo una encendida defensa de lo que es y representa el sector cooperativo, más allá incluso de su papel económico, «porque a este país le vendría muy bien un poquito de espíritu cooperativo, se echa en falta», en vez del «frentismo lamentable» que infecta a la vida pública de este país.
A su juicio, el modelo cooperativo» no solo es bueno para el modelo agrario, sino para modelo vivienda y muchas otras cosas» pues ha demostrado ser «más resistente» a las «inclemencias económicas».