Un broche de oro. Es la idea que se pretende desde las veteranas Tertulias Eduardo Alonso, con cerca de medio siglo de historia en Madrid, de cara a que la última del presente curso sea un recuerdo y homenaje al escritor Rodrigo Rubio, fallecido hace más de tres lustros. La reunión, prevista para el mes de junio en fecha todavía por concretar, se centrará en el doble libro sobre la vida y enorme producción literaria de este gran creador, nacido en 1931 en el pueblo de Montalvos, que ha escrito el catedrático universitario Manuel Cifo González, con diferencia el mayor experto a nivel nacional sobre Rodrigo.
Los dos tomos de esa obra de auténtico peso, en todos los sentidos, que ha sido editada en agosto del pasado año por el Instituto de Estudios Albacetenses –dentro de la serie Estudios- abarcan más de mil páginas y analizan en profundidad la mayoría de libros de todo género literario que conforman las creaciones del de Montalvos, que cuando lo citaba en sus obras lo bautizaba como Monsalve. De ahí que el título de los dos tomos de Cifo, uno de 564 páginas y el otro de 578, lleven como título De Montalvos a Monsalve: realidad y ficción en la literatura de Rodrigo Rubio.
Los dos responsables de la organización y presentación de estas tertulias que llevan el nombre del escritor de Fuenteálamo Eduardo Alonso, coinciden en adelantar que ese broche al actual curso que se inició el pasado mes de octubre va a ser inmejorable. Porque coinciden en ello tanto el colega rodense Manuel Cortijo - no podemos tener como invitado a nadie mejor que Cifo, del que me estoy repasando sus dos magníficos libros», cual declara- como el también escritor Juan Pedro Carrasco -«es lo menos que se merecía un hombre tan importante en nuestra literatura como Rodrigo»-, y agrega cual también expresa que igualmente que Cortijo está en plena tarea de lectura de las dos obras de Cifo.
Ambos tampoco olvidan que desde su llegada a Madrid, a finales de la década de los 50, el de Montalvos, se afilió a la entonces llamada Peña de Albacete, embrión de la actual Asociación Cultural que organiza estas citas literarias. E incluso unos años después participó en el inicio de las tertulias, donde siempre presentaba de manera prioritaria todos y cada uno de sus libros, desde Un mundo a cuestas, Premio Gabriel Miró, a Equipaje de amor para la tierra, con la que obtuvo el Planeta, considerado el más prestigioso galardón nacional.
Pero al margen de lo que todo apunta será un auténtico broche de oro de las Tertulias, las reuniones continúan su desarrollo con un calendario ya definido en el actual primer trimestre del año. Así, y como es habitual con el salón de actos repleto de escritores, la que lo abrió -que es la sesión CDVIII- se dedicó a la poeta y narradora Ana María Reyes e incluyó el acompañamiento del cantautor y también escritor Alberto Ávila, quien musicó algunos de los poemas de la autora invitada.
Tras una breve introducción de Cortijo agradeciendo a la escritora su presencia, tomó la palabra su presentadora, la también colega Ana Garrido, directora de la revista poética La hoja azul en blanco, quien destacó que la poesía de la invitada protagonista de la reunión llena sus versos de color, de revelación consiguiendo así una cosmogonía primigenia, dentro de un universo de libertad y de esperanza. «En definitiva que nada de lo humano se le escapa con una fuerte voz plena y reconocible».
Aspecto que quiso reseñar también se plasma en su obra narrativa, centrada sobre todo en microrrelatos. Tratándose, según argumentó, de textos elaborados con mucho oficio en los que no deja nada al azar y en los que no establece límites. «A la par que manifiesta su inconformismo ante la vida a través de un juego de contrastes y la dialéctica entre la realidad y el deseo, entre la memoria y el olvido».
Fue el turno de Ana María Reyes, que agradeció a los dos responsables de «estas importantísimas tertulias» que hubieran contado con ella para «en un lugar de tanto prestigio» hacer un repaso a su producción. No dejó de ponderar igualmente las frases de alabanza que le había dedicado su presentadora, «todo un lujo, también», tras las cuales añadió que poco o nada tenía que decir. «Por lo que lo mejor será que vaya leyendo algunos de mis versos, máxime con el acompañamiento de Alberto Ávila».
Y así fue, comenzando por Ausencia levemente prolongada, de la que explicó que la había estructurado en tres partes, que sumaban las palabras que recoge el título. Esta lecturafresca llena de naturalidad, alegría y espontaneidad, como el resto que declamó, se vio completada con la intervención del cantautor. Quien puso música a tres de los muchos poemas de los que la autora había leído, para ya como final concluir la propia Ana María leyendo algunas de sus creaciones en forma los microrrelatos, recibidos como sus versos con aplausos del público, hasta cerrar su intervención con la lectura de un nuevo poema.