Paquita Martín Abad muestra «la perdurabilidad de lo efímero»

V.M.
-

La artista turolense, afincada en Albacete desde los años 80, reúne grabados en punta seca y abanicos pintados en el Museo Municipal, donde evidencia la influencia del arte japonés

Paquita Martín Abad expone de nuevo en el Museo Municipal. - Foto: J.M. Esparcia

Bajo el título 'Kisetsu. El color de las cuatro estaciones', la artista turolense Paquita Martín Abad, vuelve a colgar su obra en el Museo Municipal de Albacete, una exposición que se inaugura hoy y podrá visitarse hasta el 9 de febrero. Afincada en la capital albacetense desde los años 80, la pintora, que ya expuso en el viejo Ayuntamiento una muestra con obras inspirados en las tapas de alcantarillas japonesas (manhoru), reúne un conjunto de grabados a punta seca con motivos de flores y plantas, fruto de una reflexión personal sobre las estaciones del año, explorando la conexión entre la naturaleza, la floración y el paso del tiempo, «en un intento de captar la perdurabilidad de lo efímero», apuntaba.

Paralelamente, en otro apartado muestra una colección de abanicos pintados en seda inspiradas en grandes obras maestras del impresionismo, que ofrecen una conexión tangible entre las obras y su formato que se convierte en un homenaje a los artistas y al entorno natural.

Paquita Martín reconoce estar inspirada en el movimiento pictórico japonés del Ukiyo-e que traslada al grabado en punta seca de estas flores, «porque para esos artistas las estaciones no sólo es un mero pasar del tiempo, sino que tienen un fuerte contenido simbólico y es una constante fuente de inspiración». En ese sentido, recuerda la profunda influencia de ese movimiento en los pintores impresionistas: en captar la luz, el instante reflejado, la perspectiva o la utilización de colores planos, es por ello que la exposición guía al espectador por un lado a los grabados japoneses y los abanicos decorados con composiciones impresionistas pintada a mano (obras de Pisarro, Van Gogh, Monet, Sorolla e incluso Fortuny); además, al fondo se incluye una especie de vestidor donde queda patente la influencia ejercida también en vestidos, trajes, pai pays, etcétera.

La representación de la flora y paisajes no sólo captura la efímera belleza de la naturaleza, sino que establece un puente entre dos mundos, el del impresionismo francés y la estampa japonesa, cuyas líneas fluidas y elegantes se reflejan en los grabados.

Edad simbólica. Paquita Martín puntualiza que «he querido montar la exposición porque he cumplido 77 años y en Japón esa edad se celebra mucho y se llama kiju, que significa alegría y júbilo por disfrutar de esos años, que van acompañados de ikebanas con las flores que he ido pintando».

Finalmente, esta maestra jubiladad, licenciada en Filosofía y Letras, reconoce que busca transmitir esa concepción artística tan alejada de patrones occidentales, además muchas de esas plantas y flores representadas tienen conexión con esta tierra: girasol, lirio, granado, crisantemo, narciso o cyclamen.