Editorial

La extrema derecha gana terreno en Francia

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Si se instalan en la Administración Pública políticos populistas que instan a decidir con el corazón, más que con la cabeza, las consecuencias pueden ser terribles

La campaña electoral en Francia entra en su semana decisiva y todo apunta a que habrá muchos cambios de representatividad en las elecciones legislativas que tendrán el próximo domingo, día 30, su primera convocatoria. Según el último sondeo hecho público ayer por la empresa Elabe para la cadena BFM TV y el periódico La Tribune Dimanche, la formación de Marie Le Pen, la Agrupación Nacional (RN), de marcado carácter de ultraderecha, estaría al borde de conseguir la mayoría absoluta, con el 36% de los votos. De esta forma, desplazaría a los partidos de derechas que apoyan a Emmanuel Macron, que quedarían en tercer lugar, con el 20% de los apoyos. Y estaría tan desplazado Macron, porque frente a RN surgiría el Nuevo Frente Popular (NFP), un compendio de partidos políticos de izquierdas que pretenden detener el avance de la ultraderecha de Le Pen. El NFP obtendría el 27% de los votos.

Con estos porcentajes, RN se haría acreedor de hasta 280 diputados -el sondeo le sitúa en una horquilla de entre 250 a 280-, donde la mayoría absoluta se encuentra en 289 escaños. El NFP de izquierdas obtendría entre 150 y 170 diputados, mientras que el bloque de Macron conseguiría entre 90 y 110, cuando actualmente tiene 245.

De momento, todos los partidos son cautos y continúan en plena campaña electoral, pero se prevén cambios importantes, que, eso sí, no afectarían al presidente Macron, que continuará en su cargo, al tratarse de unas elecciones legislativas, donde se decide el primer ministro.

En política, como en el resto de los ámbitos de la vida, los extremos son vasos comunicantes. Cuando uno crece, el oponente lo hace casi en la misma medida, que es lo que ocurre en Francia. En medio se quedan los votantes de centro que se suman al carro de la tendencia mayoritaria. El peligro reside en que el extremismo se pueda instalar en las instituciones públicas, lo que generará más de una decisión muy controvertida para la opinión pública. Ya se vivió en Gran Bretaña con el Brexit y ahora los británicos pagan las consecuencias y se arrepienten, en mayor medida, de haber abandonado la Unión Europea.

Los franceses deben hilar muy fino, porque si se instalan en la Administración Pública políticos populistas que instan a decidir con el corazón, más que con la cabeza, las consecuencias pueden ser terribles, ya no sólo para Francia, también para el resto del continente europeo.

Los líderes de RN, tanto Marie Le Pen como el candidato Jordan Bardella, muestran una faceta más moderada para intentar optar a la mayoría absoluta, es decir, lobos con piel de cordero. 

En Francia, comienza a jugarse el futuro de toda Europa.