Hong Kong, durante décadas un puente comercial entre Pekín y Occidente, se encuentra en una encrucijada que podría hacerle perder ese papel sobre un nuevo tablero geopolítico entre China, Rusia y Estados Unidos, y la creciente autoridad del gigante asiático sobre la excolonia británica.
Gracias a su origen mixto y a su ventajosa ubicación, la ciudad prosperó como intermediaria, aprovechando su diferencia con la China continental y el apetito del este por el mercado asiático.
Sin embargo, últimamente han surgido dudas sobre el futuro de su tradicional rol, en un momento de cambiantes realidades geopolíticas en torno a las grandes potencias y un mayor control de Pekín. Que Hong Kong siga actuando como intermediaria depende parcialmente de su percepción en el mundo, especialmente de EEUU.
En marzo, el Departamento de Estado de la nación norteamericana publicó su Informe sobre la Ley de Política de Hong Kong, que certifica anualmente si Washington trata el territorio como una entidad económica separada de China continental, basándose en la autonomía que el país estadounidense percibe de la región semiautónoma. Entre las ventajas de este trato, figura la ausencia o reducción de aranceles.
Por cuarto año consecutivo, la Casa Blanca decidió que la excolonia no merece ese trato, debido a que las autoridades locales y Pekín siguen «socavando» el Estado de Derecho y las libertades hongkonesas mediante la Ley de Seguridad Nacional, que la potencia oriental promulgó en 2020 para penalizar actos como la secesión y la confabulación con el extranjero después de masivas manifestaciones antigubernamentales.
Además, una normativa de Washington que pretende prohibir la aplicación de TikTok incluye a Hong Kong como parte de China al definir el término «adversario extranjero», categoría en la que están Rusia, Corea del Norte e Irán.
Este cambio de percepción preocupa al sector empresarial local. El magnate inmobiliario pro-Pekín Ronnie Chan trató recientemente los posibles efectos de una disociación entre Estados Unidos y China: «Cuando la economía número uno quiere desligarse de la número dos, es inevitable una desglobalización. El papel de Hong Kong tendrá que modificarse», señaló en una carta.
«Algunos viejos trucos de Hong Kong seguirán siendo útiles, pero las contrapartidas serán diferentes. Los empresarios tendrán que adaptarse y los vínculos comerciales cambiarán; las rutas aéreas serán diferentes y algunos hongkoneses incluso podrían tener que aprender nuevos idiomas», avisó.
El Gobierno local trata de adaptarse con lazos con otras regiones: el máximo dirigente, John Lee, sancionado por Estados Unidos por supuestamente socavar la autonomía hongkonesa, encabezó una delegación empresarial local hasta Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos para promocionar la ciudad y atraer inversiones.
Relación con Moscú
Hong Kong y la China continental se convirtieron en los mayores exportadores de semiconductores a Rusia tras la invasión de Ucrania, según el laboratorio de ideas estadounidense Silverado Policy Accelerator.
Los semiconductores sirven para fabricar desde teléfonos hasta sistemas de misiles y, tras el estallido de la guerra, EEUU y sus aliados prohibieron su exportación a Moscú, que ajustó sus proveedores: los 12 meses previos a octubre de 2022, China continental fue el mayor exportador a Rusia y Hong Kong, el séptimo, según Silverado.
El riesgo de sanciones sobre la excolonia acecha al empresariado local, según Bernard Chan, exconvocante del órgano asesor Consejo Ejecutivo de Hong Kong. «El entorno político está influyendo directamente. Las sanciones directas son impensables y la desvinculación total, imposible, pero muchas empresas, sobre todo extranjeras, mitigan los riesgos diversificándose y descentralizándose, abasteciéndose de más proveedores y buscando nuevos mercados», explica Chan.
Por su parte, el especialista del Asia Society Policy Institute Neil Thomas cree que Hong Kong se enfrenta a un mayor riesgo de castigos debido al deterioro de las relaciones sino -estadounidenses y por su participación en el comercio entre China y Rusia. «Dado el papel de Hong Kong en el comercio y las finanzas internacionales, es más probable que la Administración estadounidenses imponga sanciones a objetivos políticos, como funcionarios individuales, que a objetivos económicos, como bancos y corporaciones», indica Thomas.
No obstante, un profesional estadounidense del sector financiero hongkonés permanece optimista: «China quiere que Hong Kong sea su puerta de entrada tecnológica, lo que implica un papel global. El mundo se reequilibra y se ponen en marcha sistemas comerciales alternativos o alianzas. Una restricción estadounidense no sería el fin de los negocios que habría sido hace 10 o 15 años».