En fechas recientes, concluyó la cuarta y última campaña de excavaciones en el yacimiento del Camino Viejo de las Sepulturas, en el municipio de Balazote.
Este proyecto, liderado por la profesora Julia Sarabia-Bautista, junto a las investigadoras Raquel Bujalance Silva y Marta Torres Cortés, estudia la evolución de este enclave, desde sus orígenes como villa romana hasta su abandono definitivo como alquería islámica entre los siglos XI y XII.
El equipo documentó nuevas habitaciones de la pars urbana de la villa, construida entre los siglos I y III D.C., y analizó su transformación. Durante el periodo tardorromano (siglos III-IV D.C.), el asentamiento alcanzó un alto grado de monumentalidad, con estructuras representativas como un aula absidal y espacios ornamentados.
Sin embargo, hacia finales del siglo IV, el declive del Imperio romano marcó el inicio de una transición hacia un hábitat campesino, fenómeno corroborado por las excavaciones recientes.
A partir del siglo V, las estructuras originales fueron reutilizadas para actividades productivas. El aula absidal, por ejemplo, se dividió en espacios funcionales, y los materiales de la villa fueron reciclados para nuevas construcciones. Entre los siglos VI y VIII, se consolidó un asentamiento campesino estable, con una necrópolis cristiana cuyos enterramientos seguían el rito tradicional de la época.
El yacimiento también revela huellas de ocupación islámica (siglos VIII-X), durante la cual la comunidad transformó la necrópolis visigoda en una maqbara musulmana. Al mismo tiempo, se utilizaron los restos arquitectónicos como cantera, indicando un cambio en las dinámicas sociales y culturales de la población.
Finalmente, en los siglos XI-XII, tanto la alquería como la villa fueron abandonadas por completo, dejando un registro arqueológico que refleja 1.000 años de historia.