La obra de José Pascual Abellán muestra al Lorca más humano

Emilio Martínez
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El dramaturgo prepara actividades teatrales en Albacete, además de 'Firmado, Federico'

José Pascual Abellán, en una imagen de archivo. - Foto: Carlos Paverito

Ya se sabe que nunca es tarde si la dicha es buena. Incluso aunque haya tenido que esperar una década detrás de uno de los  proyectos que más ha ilusionado al polifacético José Pascual Abellán. Cual admite sobre su, por fin, recién concluida creación teatral Firmado, Federico, que hasta ahora había sido «incapaz de cicatrizar», según confiesa. Es una de las próximas novedades en su ya vasta carrera dentro de las artes escénicas que comenzó con la más representada, Locas, obra que no sólo suma más de 50 versiones diferentes y se ha paseado con éxito por escenarios españoles e hispanoamericanos, sino que  todavía guarda compromisos que cumplir. Este sencillo personaje, un antidivo total que salió de Albacete camino de Madrid hace tres lustros largos, es poco amigo de protagonismos, -«si es que soy un tío muy normal», se justifica- y avanza en exclusiva para La Tribuna algunos de esos planes más o menos inmediatos y destacando que en la mayoría se va a volcar como nunca en su tierra.   

Aunque podría pensarse que sobre Lorca todo está inventado -léase dicho y contado- Abellán, que también va a dirigir la obra, relata la originalidad de su texto en torno a la correspondencia personal del inmortal escritor granadino. «He estado leyendo y estudiando gran parte de las cartas que mandó a las personas más importantes de su existencia, y con ello he configurado la dramaturgia de esta obra, que en realidad es un recorrido por su vida más que por sus creaciones». En definitiva, cual añade, no emerge de su producción sino de su lado más frágil, humano, vivo y contradictorio. 

Firmado, Federico se vertebra como un espectáculo con muy diferentes escenas, en cada una de las cuales le vemos dramatizando, según el criterio de Abellán, sobre cómo debió escribir esas cartas. Es una de esas obras que va más allá de montarla, disfrutarla y elaborarla, por todo lo que supone de estudio e investigación. 

Y en la que su creador confía a tope en el actor Nacho Hevia, con el que tanto ha trabajado -amén de «un auténtico regalo de compañero», como lo define- y con el que tiene pendiente otra obra nueva en 2025. Está previsto que Firmado, Federico -que conoce y valora Laura García Lorca, sobrina del poeta- se estrene este año en dos de las entidades en que se volcó el granadino durante su estancia en Madrid: la Residencia de Estudiantes y la Institución Libre de Enseñanza.

Esta novedad se une a los otros tres espectáculos que el albacetense tiene en vigor actualmente con su equipo Laroca30, formado por el propio Hevia, Víctor Sevilla y Eva Marciel. Uno de ellos, Locos, ya en su tercer año de vida, es la otra cara de sus legendarias Locas, que estará de gira por el País Vasco, además de una función benéfica el 28 de septiembre en Casas Ibáñez. Al que se une otro de los viejos proyectos del albacetense, La tía Tula, sobre la novela homónima de Unamuno.

Al que agregar, con el tercero, una nueva producción de Dos familias con su debut como actor sobre las tablas por una justificada baja de última hora de Hevia y no disponer de mucho tiempo para contratar a otro. De modo que Abellán pensó que dadas las circunstancias, nadie como él, creador del personaje a representar, para «esta aventura» de subirse al escenario junto a Sevilla y Marciel. «Es toda una experiencia añadir la interpretación a la autoría y a la dirección tras tantos años. Una manera de completar este aprendizaje integral que es hacer teatro».

Llama la atención que, con su humildad tan manchega, utilice el término aprendizaje alguien que acumula sus múltiples experiencias como escritor, director y dramaturgo, tan valoradas en los ambientes españoles de las artes escénicas. Y con un reciente ejemplo como son las sesiones que, a nivel formativo, acaba de impartir bajo el título de de Aproximación a la dirección escénica, en unos programas de la Cámara de Comercio de Madrid. A las que sumará en el otoño próximo el curso de Dramaturgia en el Teatro social.

Maestro y educador. Una especie de asignatura de este tipo de teatro que domina a la perfección, pues un nunca ha escondido que su pasión por el arte de Talía no es superior a la de profesor de personas con capacidades diferentes -los mal llamados discapacitados- que fue la vocación y profesión a la que primero se dedicó, surgiendo el teatro después. Algo que siempre ha tenido muy claro: «Así es, durante años he alternado ambas profesiones pero ante todo siempre me consideraré maestro y educador». 

Lo que, por supuesto, tras tanto tiempo laborando con ellos le ha valido para sacar conclusiones de este tipo de personas diferentes, a las que considera «no tan distintas al resto», y a mostrar la fuerte carga social de sus creaciones. «Todo ello me ha enseñado a no ver la discapacidad, sino ver a la persona directamente, y al mismo tiempo a descifrar el complejo mapa de la fragilidad humana que se dibuja en cada uno de nosotros para poder convertirlo en experiencia teatral».

Otra de sus pasiones, al margen de las vocacionales y profesionales, es la que siente por su tierra, de la que ha sido embajador por todas partes, y donde ha intentado estrenar la mayoría de sus obras. Y, tanto en lo personal como en lo profesional está contento porque tras este verano va a poder cumplir parte de otro de sus sueños: aumentar en mucha mayor medida su contacto con Albacete. Porque los cursos formativos  de dramaturgia especializada en teatro social citados líneas arriba también los va a dar en su tierra.

No quedará sólo en ellos esta nueva etapa más vinculada a Albacete, ya que en el lado de las producciones está inmerso con, la que define como «querida compañera y gran actriz»,  Ana Casas, en nuevas obras, que incluso le van a permitir unificar sus dos mundos, sus universos personales: el de la diversidad funcional y el del teatro con una nueva creación.

Y, aunque se muestra remiso a dar más detalles todavía, porque se está gestando y confía en contar un argumento bastante necesario en la actualidad, sí adelanta algo. «Lo cierto es que Ana y yo llevamos meses estudiando, leyendo y creando juntos en una especie de taller a cuatro manos y cuatro ojos para cicatrizar todos estos años de trabajos conjuntos y celebrarlo con uno de ambos solos».