"Tenemos una sociedad muy victimista y quejicosa"

Teresa Roldán
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El psicólogo Javier Urra se desplazó ayer a la capital, al centro asociado de la UNED, para presentar su último libro bajo el título 'Inmadurez colectiva'

Javier Urra, psicólogo. - Foto: Rubén Serrallé

El psicólogo Javier Urra ofreció ayer tarde una charla coloquio en el centro asociado de la UNEDa propósito de la presentación de su último libro que lleva por título Inmadurez colectiva, donde su autor afirma que estamos ante una sociedad infantilizada, en la que le es difícil asumir a cada persona su responsabilidad, algo que argumenta se debe a que quizás se haya educado poco en el esfuerzo, en la austeridad, en el crecimiento personal, fruto de la autoprotección de los padres con sus hijos, ejercida años atrás.

Viendo el título de su último libro 'Inmadurez colectiva', ¿qué reflexión hace en esta publicación?

Yo creo que hay una parte de personas que somos maduros, responsables, y otra parte de la sociedad que no lo es. Yo llamo inmadurez colectiva al que no asume su responsabilidad individual, y hay que tener en cuenta que no se puede tener libertad si no hay responsabilidad.

En el año 2006 publiqué el libro 'El pequeño dictador' que tuvo mucho éxito, en el que indicaba que había mucha sobreprotección y que iban a salir unos chicos con grandes problemas cuando llegaran a la edad adulta. Ya lo tenemos lo que yo anunciaba. El problema es que se ha cambiado a los padres por el Estado. Vivimos en una sociedad donde todo nos lo tienen que resolver en gran medida, donde todo es papá Estado. Tenemos una sociedad muy victimista, muy quejicosa, tenemos una sociedad que exige mucho y aporta poco. Mucha gente ha cambiado el criterio de ser ciudadano por ser cliente, lo cual es un error.  

En este libro se aborda en profundidad un diagnóstico que es social y que afecta a un gran número de ciudadanos, que realmente se comportan como consumidores. Parte de las problemáticas que se psicopatologizan acontecen por esta inmadurez que se ha hecho colectiva.

¿Cómo se ataja esta situación que describe en el libro, para acabar con esta sociedad infantilizada?

Todo pasa por educar a las nuevas generaciones, a los niños en el esfuerzo, en la memoria, en la competitividad. Yo tengo tres centros con 133 profesionales, entre médicos psiquiatras, sociólogos, psicólogos, terapeutas, entre otros. Y cuando me junto con los chicos de entre 14 y 15 años les hago una pregunta ¿si hubiéramos nacido en la Grecia clásica en la pandemia del Covid a quién hubiéramos dejado morir, a los ancianos o a los jóvenes?.

Otra pregunta que les hago a los adolescentes es ¿qué hacemos con los llamados MENA?. Hay que hacer a los chavales planteamientos interesantes, inteligentes y plantearles disyuntivas para que reflexionen, tengan capacidad de autocrítica y se impliquen en los problemas actuales de la sociedad. Los niños y niñas necesitan conocer otras realidades en las que viven por ejemplo las personas que acuden a un comedor social, para no quedarse sólo en el yo, mi, me o conmigo que hace una sociedad profundamente inmadura. En la vida hay que ser valientes. 

¿Esa falta de educación de la que habla que genera la inmadurez colectiva tiene su origen en el caso de los chavales con el abuso del móvil y otras tecnologías que hacen, así como de las redes sociales?

No, esto viene de la época de Vietnam y se extendió a Occidente, de  una situación de autoprotección.

España es el país del mundo junto con Italia con menos natalidad, y junto con Japón España es el país con más longevidad, de tal forma que los niños se han convertido en un tesoro. Todo el mundo quiere que los niños sean felices, pero deben saber que sus abuelos se van a morir, que esto no es un parque temático, porque así se fortalece el carácter y se hacen fuertes.  

¿Pero nuestro sistema educativo, lejos de premiar el sobreesfuerzo premia el bajo rendimiento?

Es cierto, en la Universidad Complutense donde imparto el máster de Psicología General Sanitaria, los alumnos no llevan móvil, ni ordenador, tienen papel y boli, y esto se traduce en que atienden mucho y están encantados.

Hay que transmitir valores a los jóvenes, hay que profundizar en qué es la vida, para qué es la existencia, y cómo hemos de comportarnos por y para los demás. Éste es un libro con mucho rigor, para reflexionar.