Nacho Solís, Nach para los amigos, dejó hace tres años la medicina, como facultativo especialista de Oncología Radioterápica que era, para dedicarse al cine. Tras una ardua formación en la materia, este joven hoy es guionista y autor del cortometraje París 70, que actualmente se encuentra a las puertas de los Óscar. Si bien Nach es natural de Ávila, una parte de su vida la pasó en Albacete, donde realizó la etapa de formación como médico interno residente (MIR) en el Servicio de Oncología Radioterápica del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete. Será el próximo día 23 cuando se desvele si el joven guionista ha conseguido la ansiada nominación como Mejor cortometraje de ficción, con una historia, que tras pasar por los principales festivales del cine será adaptada a largometraje bajo el título La reina de las hadas, y donde se aborda el tema del alzhéimer en el final de la vida, al tiempo que se rinde un homenaje a los cuidadores de los enfermos, los grandes olvidados en su opinión. Natural de Ávila y actualmente con residencia en Madrid, Nach sigue muy vinculado a Albacete y a Castilla-La Mancha, de hecho forma parte de la Asociación de Productores Audiovisuales de Castilla-La Mancha.
¿Contento con que su cortometraje esté preseleccionado para los Óscar por la Academia de Hollywood?
Por supuesto, estoy muy satisfecho, es una noticia brutal, una de las cosas más bonitas que le puede pasar a un guionista, a un cineasta, estar a las puertas de los Óscar, y más en mi caso con un cortometraje, un guión que cuando lo escribí en 2019 lo hice para mí mismo, y no sabía si alguna vez vería la luz. Es un sueño hecho realidad.
¿Cómo pasó de ser médico oncólogo a guionista de cine?
Mi faceta como guionista yo siempre digo que comenzó cuando yo tenía ocho o nueve años. Cuando era pequeño me llevaron a ver El Abuelo, de José Luis Garci, y cuando la estaba viendo no sabía cómo pero ya en ese momento se despertó mi interés por el cine. De manera profesional hará ocho o nueve años cuando siendo ya médico empecé a formarme, estudié una diplomatura de guión para lo cual me dieron una beca, estudié el máster de guión de la ECAM (Escuela de Cine de Madrid).
En ese momento alterné las dos facetas, pero hace tres años, en 2022 vi que no podía dedicarme a ambas profesiones al cien por cien, por lo que tomé la decisión como la faceta de guionista me tiraba más de centrarme en el cine y desde entonces me dedico a ello en exclusiva.
¿Se puede vivir del cine, en su caso como guionista?
Se puede vivir, pero es difícil, dentro de los oficios del cine están los que son más fáciles para vivir y los que son más complicados, en este último está ser guionista, porque es una montaña rusa de emociones, porque hay que ser autónomo. Hay veces que estrenas varios proyectos en el mismo año, pero se han escrito años atrás y ya te los han pagado, y puede parecer que tienes éxito y te va muy bien, pero justo en ese año no tienes ningún trabajo. Es una combinación de periodos de mucho trabajo con otros con menos.
¿La elección de la temática de la enfermedad de Alzheimer en su corto obedece a que ha conocido el sufrimiento en su fase final como médico o a que tiene algún familiar con esta patología?
El guión de París 70 viene de dos vertientes: una está claro que es por mi etapa en la que trabajé como oncólogo, donde vi innumerables situaciones de pacientes con cáncer en el final de la vida. Tuve experiencia con pacientes en cuidados paliativos, ya que durante mi estancia de residente de Oncología en Albacete uno de los servicios por los que roté fue la Unidad de Cuidados Paliativos, que por cierto cuenta con uno de los mejores equipos de profesionales de España, y pude vivir la experiencia de tratar a nivel domiciliario con los cuidadores de los enfermos que están en la fase final de su vida, que como yo siempre digo son los grandes olvidados.
Yo veía la humanidad de este equipo de Paliativos y era algo que quería reflejar en una historia, sin embargo, todo se desencadenó a raíz de una pesadilla que tuve donde veía que mi madre me preguntaba una y otra vez por mi padre, que había fallecido (en la vida real mi padre sigue vivo) y me levanté con la sensación de qué terrible debe ser olvidar un día tras otro una noticia tan importante como es que un familiar cercano haya muerto. Con este guión quería rendir un homenaje a los cuidadores de esos pacientes que están en el final de la vida y a los profesionales sanitarios de Paliativos por su tremenda humanidad.
¿Qué se encuentra el espectador cuando ve 'París 70' que no haya encontrado antes en una película donde se aborde la temática de la demencia?
Se van a encontrar con mucha luz. Esta historia del alzhéimer, y las demencias en general se ha tratado en el cine en infinidad de ocasiones, pero en general se ha abordado de una manera muy tremendista y dramática, y aquí en París 70 también hay drama, pero sobre todo hay luz, porque a medida que empieza el cortometraje vemos el trabajo del día a día del cuidador, pero a medida que avanza la proyección el cuidador toma una decisión para hacer más feliz a su madre, y eso trae luz porque este personaje a pesar del final de la vida en la que se encuentra su madre consigue hacerla feliz y al mismo tiempo ser feliz él.
Esta es la valoración que nos trasladan las personas que lo han visto, porque el cortometraje se ha pasado por más de 100 asociaciones de pacientes de alzhéimer, congresos médicos, cursos, etc. Es lo que todo el mundo destaca, que se trata de un canto a la vida.
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