Hablar con Rubén Albés resulta fácil en el cara a cara. Una entrevista se convierte pronto en una conversación distendida en la que se tocan todos los temas y donde a veces deja de lado la típica ambigüedad gallega para mojarse o, al menos, dejar claro su punto de vista. El técnico mostró su compromiso con el club manchego, sus expectativas de cara a la segunda vuelta y recordó la realidad de un Albacete Balompié que un día puede sorprender, como ocurrió la temporada pasada, pero que para ser de verdad un candidato a subir a Primera tiene todavía un largo camino que recorrer y para ello es necesario crecer desde la coherencia.
Acabó la primera vuelta con ese aprobado raspado ¿Cómo lo ha digerido durante las vacaciones?
La sensación es la misma, que el nivel de puntos es el aprobado con un cinco. A nivel de méritos futbolísticos creo que deberíamos haber tenido algún punto más, sobre todo si hubiéramos estado más eficaces en ambas áreas y más regulares en el rendimiento general del equipo. A nivel de lo que somos como equipo, la identidad, como afrontamos los partidos… estoy contento porque, independientemente de los resultados, creo que seguimos siendo muy nosotros mismos y eso es lo que me da tranquilidad para saber que estamos cerca de hacer una mejor segunda vuelta que la primera y que es el objetivo al que tenemos que llegar.
En muchos momentos se ha visto al mismo Albacete ambicioso, vertical y canalleta de la temporada pasada, pero se ha sido más irregular y se han encajado muchos goles.
En el juego, en la construcción, en todo lo que pasa hasta llegar a las áreas, para mí hemos estado mejor que en la temporada pasada. Es cierto que en las áreas, sobre todo en la propia, no hemos estado tan bien como nos hubiera gustado, aunque en el último tramo estuvimos mejor. Lo que desvirtúa un poco la estadística es que en dos días, Oviedo y Ferrol, donde estuvimos con inferioridad numérica, encajamos ocho goles. Si nos pusiéramos en un contexto normal y en vez de ocho hubieran sido dos los números sería mucho mejores a nivel defensivo.
Los números dicen que el Albacete ha sido uno de los que más ocasiones ha generado y uno de los que menos opciones le deja a sus rivales.
Nos hemos ganado el respeto del rival y aún así hemos sido capaces de generar muchas ocasiones. Creo que estamos en el top tres de equipos que más ocasiones genera y aunque parezca un poco extraño estamos en el top cinco de los que menos ocasiones concedemos al rival. Parece evidente que esa mejora en ambas áreas se ha producido y vuelvo a decir que ha desvirtuado mucho esos dos partidos en inferioridad, y eso nos tiene que llevar a una mejora en los resultados en esta segunda vuelta y a cumplir el objetivo de la permanencia. Para mí es la base que nos da confianza y que demuestra que somos un equipo sólido el hecho de que el resultado afecte poco y que nuestro plan, nuestra manera de actuar y nuestro ADN como equipo siga siendo el mismo, que el resultado no nos haga cambiar a ser otra cosa en la que no somos realmente buenos.
Desde que comenzó al temporada se ha hablado mucho de la pasada y eso ha generado un nivel de exigencia quizás demasiado alto para la realidad del Albacete.
Creo que se ha desvirtuado un poco la realidad de nuestras aspiraciones. Nosotros hemos intentado trasladar desde el principio que nuestro objetivo es permanecer en la categoría, lógicamente con la ambición de hacer el mayor número de puntos posible, pero ese recuerdo pasado nos ha llevado a no respetar muchas veces a los buenos y grandes rivales a los que nos enfrentamos y por otro lado no valorar determinados puntos o determinados méritos que hacíamos en algunos partidos, porque sentíamos que había que conseguir mucho más. Eso al final genera un exceso de responsabilidad que lo que hace es hacerte jugar peor o rendir peor, generando situaciones muy dramáticas cuando realmente no existían. Nosotros, no nos podemos olvidar, somos un equipo con poca experiencia en la categoría, tenemos pocos partidos en Segunda División dentro de esta plantilla. El equipo juega mucho mejor a través de la confianza que si lo hace con una exigencia que probablemente le corresponda a otros equipos, por presupuesto, experiencia o plantilla.
Entiendo que esa percepción, que esa exigencia, ha venido más en el entorno que desde dentro del club.
Lo que pasa es que al final todo el mundo es permeable a lo que escucha, a lo que oye desde fuera y aunque uno lo tenga claro desde dentro, toda esa influencia hace que a veces se deforme la realidad y, poniendo un ejemplo, parece que empatar en Huesca parezca poco. Es en ese momento cuando perdemos la realidad, porque empatar fuera de casa en esta categoría tiene que ser positivo, porque ganar es difícil. Fuera de casa no hemos sido capaces de gestionar ese valor a los puntos. Igual que en casa hemos hecho unos números realmente buenos, para estar más arriba, fuera no hemos sido capaces de sumar puntos, que con poco, habrían cambiado mucho la perspectiva que tenemos de esa primera vuelta y es un poco por esa deformación de la realidad, de no entender donde queremos llegar.
¿Ese no valorar los empates fuera de casa hizo que se perdieran algunos puntos?
En eso soy yo muy responsable, porque yo trato de que los futbolistas afronten el partido desde un punto de vista mental donde nos da igual si el rival es uno u otro, o si jugamos en casa o fuera. Queremos ganar y eso no quiero que lo perdamos, tiene que ser nuestro, porque seguro que es más probable que así ganemos más partidos de los que perdamos. Tenemos que ser humildes, vivir en nuestra realidad, pero no hacernos pequeños contra ningún rival ni en ningún campo.
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