El campamento inclusivo de Aspaym tuvo presencia albacetense

Teresa Roldán
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A lo largo de 12 días, 60 niños y adolescentes disfrutaron en el Bosque de los Sueños, en plena comarca de El Bierzo, de actividades de ocio adaptadas

Alguno de los chavales participantes en el campamento inclusivo cuya temática de este año son los superhéroes. - Foto: Aspaym

Durante 12 días 60 niños con y sin discapacidad han vuelto a vivir una experiencia inolvidable en un campamento inclusivo de verano que desde 2007 viene organizando en el el Bosque de los Sueños, en el municipio de Cubillos del Sil (en León) la Asociación de personas con lesión medular y otras discapacidades (Aspaym). En ese grupo de 60 campistas hay desde hace varios años y éste no iba a ser una excepción una representación albacetense, ya que cuatro de ellos (tres de los cuáles son hermanos, dos con parálisis cerebral y uno sin discapacidad) son de la capital. Esta actividad se ha convertido en una gran oportunidad para que niños y niñas convivan y compartan unos días de ocio y juegos, al tiempo que adquieren valores inclusivos y solidarios que les marcarán para los próximos años.

Además de los cuatro chavales de Albacete, el resto de los 60 inscritos participantes en este campamento procedían de Coruña,  Asturias, Ávila, Barcelona, Burgos, León, Madrid, Málaga, Navarra, Toledo, Valladolid y Zamora. Paralelamente, la organización acogió a otros tantos menores más hasta llevar a 120 que han participado en las actividades disponibles bajo la modalidad «campamento de día» pero sin pernoctar en este complejo turístico, que cuenta con 15 bungalows de madera con capacidad para ocho personas, que están perfectamente adaptados para personas con necesidades específicas por movilidad reducida, todo ello en un entorno agradable y tranquilo.

Algunos de los chicos y chicas que han compartido esta experiencia en plena comarca de El Bierzo llegaron como campistas y hoy son monitores. Es el caso de Asier Tejón, que lleva participando primero como usuario y ahora como monitor 18 años. Es el más veterano de esta actividad pionera en el territorio nacional, ya que son pocas las alternativas inclusivas de estas características que existen en el territorio nacional donde durante 10 días niños y niñas y adolescentes de diferente condición física y psíquica comparten sus miedos y sus alegrías en igualdad de condiciones. «Aquí aprenden unos de los otros, se enriquecen mutuamente», afirma este joven de Ponferrada, que desde que comenzó como monitor hace ochos años pasa aquí, en el que considera su hogar, sus vacaciones laborales, «este es el descanso de mi trabajo», afirmó.

Otro aspecto positivo de esta iniciativa es que además se convierte en un recurso de respiro y conciliación para familias y personas cuidadadoras al ofrecer un descanso durante unos días en la atención y cuidados que algunos de estos chicos y chicas necesitan.

Un respiro del que lleva disfrutando en los últimos ocho años la familia de tres de los chavales de Albacete que participan en este proyecto, tal y  como recuerda Rosa González Hernández, madre de los tres campistas albacetenses, que conoció esta actividad de la mano del entonces presidente de Aspaym en Albacete, el fallecido José Antonio Córdoba. Rosa recuerda que el primer año fue algo traumático, «porque mis hijos, dos de ellos con seis años y el mayor con nueve, no habían ido nunca a un campamento y no querían ir, pero los montamos al autobús y  los seguimos en coche hasta el Bosque de los Sueños, donde en un primer momento como si de una película se tratara estuvimos espiando detrás de los setos para ver cómo se desenvolvían; mientras se desarrollaba el campamento nosotros siempre nos quedábamos por los alrededores de vacaciones». Sin embargo, la madre de Hugo, Darío y Gael reconoce que llevar a sus hijos a esta actividad fue una de las mejores cosas que ha hecho por ellos. «Cuando llegamos a recogerlos mis hijos lloraban pero de pena y agarrados a las piernas de los monitores y los amigos que habían conocido porque no se querían venir. Fue una experiencia maravillosa para ellos, esos 11 días del primer campamento ya les marcó, desde entonces al día siguiente que acaban el campamento ya están con la cuenta atrás de los días que les quedan para volver». 

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