El 30,85% del total de suicidios que se registran anualmente en España, cuya cifra ronda los 4.000 según datos del INE, afectan a personas mayores de 65 años, con una mayor incidencia en varones (el 75%) frente a mujeres (el 25%). Además, el 11% de los suicidios fueron en ancianos de 80 años en adelante. Estos datos resaltan la importancia de realizar una detección precoz que permita instaurar una atención adecuada a nuestra población de mayores, tal y como pusieron ayer de manifiesto los ponentes que participaron en la III Jornada sobre abordaje práctico de la conducta suicida en personas mayores, organizada por la Mesa Técnica de Prevención del Suicidio en Albacete.
La delegada provincial de Sanidad, Juani García Vitoria, inauguró este encuentro, acompañado por la concejal de Calidad de Vida y Asuntos Sociales, Llanos Navarrro, donde destacó que una población que envejece progresivamente, el suicidio ha aumentado en los últimos años pasando a ser la principal causa de muerte no natural en la población de edad avanzada.
«La muerte por suicidio es considerada un grave problema de salud pública, no sólo por el drama personal que supone y que generalmente está asociado a un importante sufrimiento, sino también por el impacto que conlleva en el entorno de la persona fallecida. Por tanto, la prevención del suicidio supone un gran reto a nivel sanitario», indicó García Vitoria.
Uno de los factores de riesgo de tentativas suicidas en personas mayores es la depresión, así como el estrés de origen financiero, tal y como expuso el doctor Pedro Manuel Sánchez Jurado, geriatra del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, que intervino como ponente en estas jornadas y habló de la necesidad de detectar señales de alarma y de los factores de protección que el entorno familiar debe ofrecer a las personas mayores que exponen ideación suicida.
En opinión del doctor Sánchez Jurado «no podemos ignorar cuando una persona mayor de pronto empieza a hacer testamento cuando antes nunca lo había planteado, o dice que se va a suicidar o que se ha tomado más pastillas de la cuenta, son signos que nos hacen tener que estar atentos a esos pacientes».
Por ello, el geriatra del CHUAindicó algunas pautas a seguir con esta población de riesgo, tales como «establecerles un plan de vida, poner el foco en lo que pueden aportar, promover su integración social, mejorar los recursos de apoyo, evitar su aislamiento, así como el edadismo, fomentar una vida saludable y una mejora de la detección precoz de los problemas de salud mental en los mayores».
Asimismo, es preciso aumentar la sensibilización de profesionales de diferentes ámbitos sobre la importancia que tiene hacer un manejo adecuado de la conducta suicida y permitir que profesionales del ámbito social, sanitario y primeros intervinientes adquieran los conocimientos, habilidades y actitudes básicas necesarias para poder detectar, evaluar y manejar la conducta suicida en mayores.