El Palacio de Congresos de Albacete acogerá mañana, desde las 20 horas, a Víctor Manuel en concierto, presentando un repaso a sus mejores canciones. Víctor Manuel sigue girando por toda España en este 2023 con La vida en canciones. El escenario todo lo cura. El músico comentó a La Tribuna de Albacete sus sensaciones ante este concierto.
Para repasar sus éxitos, sus canciones, va a necesitar, al menos, media docena de conciertos...
Claro, lo que pasa es que hago un resumen acelerado de mi vida y voy a saltos. Puedo hacer una canción de hace 55 años y a continuación, de hace cinco, no hay más remedio, si no serían conciertos eternos.
¿Cuál es el secreto para llegar con su música a varias generaciones?
Seguramente que en las canciones, incluso en las que escribí al principio, hay algo transversal que afecta a muchas capas de la sociedad. Cada generación tiene sus músicas, pero después, hay algo en las canciones que son intemporales. Son cosas que puede entender la gente más joven y, por supuesto, la gente mayor, de mi edad. Seguramente por eso los conciertos están llenos de capas de gente de edades diferentes. Afortunadamente, en estos últimos años, hemos conseguido bajar la media de edad de la gente que va a los conciertos, que ahora está entre 45 y 50 años y eso me llena de alegría, porque eso significa que puedes contarle cosas a generaciones que vienen después y que les sirven a ellos también.
Puede ser que, además, ¿en sus canciones hay mucha poesía?
Seguramente y, sobre todo, poesía que la gente entiende al primer golpe. No hago una poesía muy elaborada, sino canciones poéticas, digamos. Hay muchas maneras de decir las cosas y cada uno tiene la suya. Yo me he movido en esa franja de decir las cosas que la gente las entienda y que tengan poesía dentro.
¿Queda todavía ilusión, la que tenía aquel músico que comenzó en los años 60?
Sí, la ilusión y la curiosidad por lo que se mueve a mi alrededor, nunca la he perdido. Otra cosa es que físicamente no estás igual con 20 que con 70 años. Pero si yo no tuviese ilusión por escribir canciones y contar cosas, ya no estaría cantando, no hay nadie que me obligue a hacerlo, entonces, ya tengo ganas de que termine esta gira para ponerme a escribir canciones y ver qué se me ocurre. Lo que me mantiene como cantante es que tengo ganas de escribir.
¿Qué tiene el directo?
El directo es maravilloso. El otro día, me comentó un espectador, en Málaga que se notaba que yo lo pasaba muy bien. Claro, lo paso muy bien, nunca he sufrido por subir al escenario, siempre me he divertido mucho y estoy más cómodo cantando para 1.000 personas que en una reunión donde entro y, de repente, hay seis personas y no conozco a ninguna. A los que están en el patio de butacas tampoco los conozco, pero dialogo con ellos, me divierto mucho, lo paso muy bien.
De alguna manera sí conocen ustedes a su público cuando se establecen conexión entre escenario y patio de butacas.
Claro, tiene que haber afinidad. No sacaría una entrada para alguien que sé que no me va a gustar, de antemano. Lo milagroso es que pasen los años y tú has cantado hace 40 años en Albacete y 40 años después un señor o una señora saca una entrada y quiere ir a verte. A mí eso me parece un milagro, es de una fidelidad maravillosa, es lo que mantiene a uno en el escenario, cantado.
En esta nueva gira, con entradas agotadas en teatros y auditorios, ¿es otra motivación?
Es la motivación principal. Como puedes imaginar, periódicamente me preguntan si me voy a retirar, entonces, me voy a retirar cuando quiera la gente, el día que ponga una entrada y no la compren, ya sé yo que me tengo que ir a casa, no hace falta que nadie me lo diga.
Hay muchas canciones que forman parte de nuestro ADN. ¿Tiene usted alguna favorita, que no puede faltar en un recital?
Me gustan algunas canciones porque eran muy útiles cuando las edité y siguen siéndolo con el paso de los años. El caso de Sólo pienso en ti es clarísimo, cuando nació sirvió para dar visibilidad a la discapacidad y ahora sigue valiendo exactamente para lo mismo. Claro yo me encuentro todo el tiempo gente que se acerca y me da las gracias. Yo ya sé por qué te las dan y con eso, desde luego, me siento pagado.
Canciones que, automáticamente, cuando suenan, todo el mundo la canta.
Lo que pasa es que la música tiene un poder tremendo, escuchas muchas canciones a lo largo de tu vida y hay unas cuantas que, de repente, recuerdas. No sabemos por qué se produce eso, porque nuestro cerebro, nuestro disco duro, hace esa selección y unas se quedan y otras no, pero eso es la magia y el poder de la música.
¿Soy un corazón tendido al sol supuso un antes y un después?
Sí, para mí fue un parteaguas, en el sentido en que yo venía de un período largo donde la frontera entre la política o la agitación y la canción era muy fina y yo la traspasaba a un lado y a otro continuamente y eso lógicamente hacía que padeciese mucho lo que era el tema puramente artístico. Cuando la transición estaba en marcha, mucha gente también se fue a su casa, pero yo pensé que tenía que reconducir mi trabajo en un plano artístico, sin dejar de tener cosas que contar y contar lo que veía, pero más artístico, y ahí es cuando nace Soy un corazón tendido al sol, en 1978.
Recibió también la Medalla de Oro de las Bellas Artes en 2022. ¿Falta algo en su carrera?
Nunca pienso qué me queda ni hago planes. Con seguir escribiendo canciones, cantando y subiéndome a un escenario tengo bastante.
Su último disco en estudio es Casi nada está en su sitio, de 2018. ¿Hay planes para un nuevo álbum el año que viene?
Seguro, primero saldrá un disco sinfónico, que grabé hace menos de un año y lo hemos vuelto a escuchar, es muy bonito, y vamos a editarlo. Además voy a hacer un disco en estudio, con canciones nuevas.