Con motivo a mi última visita a París me he ido fijando en el amor de los franceses por su patria y por aquellos que han luchado por ella, ganasen o perdiesen. Revisando un poco la historia de Francia por encima, los franceses han perdido las guerras en casi todos los frentes que han tenido. Contra España tres veces, Lepanto como aliado de los turcos, San Quintín y la de la Independencia. En el mundo han perdido muchas más veces, contra los ingleses contra los vietnamitas en Indochina, contra los rebeldes argelinos … El propio Napoleón ganó batallas pero perdió finalmente la guerra contra toda Europa.
Sin embargo paseando por París todos sus dirigentes perdedores tienen un recuerdo como una estatua, una calle, un edificio, un arco del Triunfo, un puente o una columna de dimensiones inconmensurables. Los franceses aman a su Francia desde que un  himno, la marsellesa, les hizo llevarse la mano al corazón. A partir de ese momento, para un francés su queso es el mejor, como mejor es su vino, sus coches, sus paisajes … Eso es ser patriota y no otra cosa.
En España por el contario, nuestros héroes han ganado casi todas las guerras, aunque hayan perdido alguna batalla que otra, han descubierto continentes, han conquistado archipiélagos enteros como Filipinas, han dado la vuelta al mundo demostrando en la práctica lo que ya se sabía pero nadie había comprobado, han tenido Emperadores romanos, Adriano, Trajano, filósofos como Seneca, astrólogos como Averroes, y un sinfín de nombres que no cabrían en este artículo, y sin embargo hay muy pocas calles principales, columnas de homenaje, poquísimas estatuas y muy pocos monumentos. De hecho a Blas de Lezo, apasionante marino de la Armada Española, Almirante, y héroe en Cartagena de Indias que se enfrentó con 3.000 hombres, 500 de ellos indios contra una escuadra inglesa de 80 barcos y 30.000 soldados que querían apropiarse de la entrada en Sudamérica, cojo, manco y tuerto, les dio un revolcón a la mayor armada del mundo de la época. Tan fuerte fue la victoria que los ingleses tuvieron que retirarse con más de 4.500 muertos después de que los cañones y los españoles que defendían la plaza hundieran o dejaran inutilizados más de la mitad de la escuadra inglesa. Pues bien nuestro héroe no tuvo en casi 300 años ni un monumento, solo se le dedicó una calle en Cádiz en el 2014 y una triste por no decir insignificante escultura de bronce en la Plaza de Colón el mismo año. Si uno pasea por Londres verá lo mismo: plazas, estatuas y monumentos adornan la ciudad del Támesis en homenaje a sus audaces jefes y héroes. 
España ha estado en guerra contra los romanos, los turcos, los musulmanes e incluso en la época que Stalin quería que la península fuera comunista, y todas las han ganado los españoles.
Nos falta sentirnos orgullosos de nuestra historia, y llenar nuestras calles de monumentos que recuerden los momentos de gloria, pero parece que nos avergonzamos de nuestros héroes, y así nos va.