La mejor tortilla amplía su oferta en Madrid

Emilio Martínez
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La emblemática Casa Dani abre un nuevo establecimiento en el mercado de San Leopoldo

La mejor tortilla amplía su oferta en Madrid

Lola y Dani. Dani y Lola. Tanto monta, monta tanto. Son los protagonistas del eterno y ejemplar cuento de la hormiga, que son ellos, y la cigarra. Porque desde sus orígenes humildes en dos pueblos de la provincia de Albacete, se lanzaron a la aventura de abrir un bar en Madrid hace casi cuatro décadas. Y a base de esfuerzo, sacrificio y doble calidad -humana y en sus productos de cocina tradicional y casera, gran parte de ellos de la gastronomía paisana tan poco conocida fuera de la provincia entonces- se hicieron con un  hueco cada vez mayor en la siempre dura competencia existente en la capital española. Hasta el punto de que hace ya años que Casa Dani se ha convertido en uno de los lugares legendarios en el lujoso Mercado de la Paz y calle de Lagasca sitos en pleno barrio de Salamanca. Y ahora, ya con sus hijos Dani y Noelia también al frente del negocio, acaban de ampliar sus tres establecimientos a uno nuevo que ya rebosa clientes a todas horas.

Ellos mismos, la pareja fundadora, con su humildad característica, dicen estar sorprendidos de lo que han logrado en estos años «que se han pasado volando». Y, claro, también orgullosos de echar la vista atrás y ver en lo que Casa Dani se ha convertido. «Cuando comenzamos, nunca imaginábamos que llegaríamos tan lejos y que tanta gente nos daría su cariño y admiración por los platos que ofrecemos».

Al cuestionarles por la clave Dani responde con sencillez: «Creemos que la clave es que seguimos fieles a nuestros principios: comida tradicional, también máximo cariño a nuestros clientes y buscar constantemente formas de mejorar nuestros servicios». Y Lola remacha: «En estos ya más de 30 años hemos aprendido de nuestros errores y siempre hemos buscado adaptarnos a los tiempos».

No ha sido un camino fácil ya que Lola Cuerda, oriunda de Tiriez, y Daniel García, de Balazote, se han enfrentado a muchos obstáculos. Incluso cuando ya estaban instalados en la cima del prestigio por la increíble calidad de su variada oferta gastronómica -se insiste-, siempre a unos precios al alcance de cualquier bolsillo en los restaurantes, terrazas y en la tienda de venta al público para llevarse comidas a sus domicilios del barrio de Salamanca.

Sí, porque incluso a finales del pasado mes de enero se vieron obligados a cerrar pues algunos de sus clientes sufrieron síntomas de intoxicación alimentaria por una salmonelosis, que en principio se achacó a sus famosas tortillas. Y que después se supo que la causa, a la que era ajena la familia que está al frente de los establecimientos, fue porque dos de sus trabajadores se habían infectado por la bacteria. Tras dos meses, fueron abriendo de nuevo y lo que pudo ser un duro golpe para su negocio y, claro, prestigio, se quedó en nada.

La colaboración con las investigaciones sanitarias municipales fue total desde el primer momento siguiendo todas sus indicaciones para revisar y actualizar los protocolos en todos los establecimientos. «Y después -apunta el matrimonio- hemos hecho mejoras estructurales, funcionales e incluso del empaquetado de nuestros productos, para mejorar también todos los procesos y nuestro servicio al cliente».

No olvidan que Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, les visitó para apoyarles y comerse un pincho de tortilla, alegrándose mucho de la reapertura «después de unos meses muy duros de cierre. Un error causó muchísimo daño a numerosos clientes y además, hizo tambalear un impresionante negocio familiar construido a base de mucho trabajo y calidad», como escribió en su cuenta oficial de Facebook.

También el alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida, lleva muchos años, desde antes de ocupar el cargo, siendo cliente. Y  la familia presume, con razón, de la «asombrosa variedad» de clientela que poseen. Como relatan al unísono los fundadores: «Tenemos el placer de recibir a personas de todas las edades, profesiones, gustos, origen… Gente que trabaja en el barrio, vecinos de toda la vida, etcétera». Sin olvidar a turistas nacionales e internacionales que van para disfrutar de su «plato más emblemático, la tortilla», pero también del resto de menús y raciones.

Lo de la tortilla que siempre hace Lola y sus cocineros, con patata agria manchega, parte de ella de El Salobral, que ya tenía fama en Madrid tuvo gran repercusión mediática -ahora sirven más de 400 diarias, hechas con más de 2.000 huevos morenos puestos el día anterior-, tras ganar hace tres años en Tenerife el Campeonato Nacional de Tortillas convirtiéndose así en la mejor de España.  «Un reconocimiento y un honor» que Lola extiende al trabajo de todo el equipo de muchos años, «la humildad, la perseverancia y la lucha diaria».

Para colmo, el mítico cocinero José Andrés no sólo la sirve con la fórmula de Casa Dani en sus locales de Nueva York, sino que la define como la mejor del mundo. Aunque, claro, en los demás platos también están orgullosos de que la gastronomía albaceteña sea más conocida en Madrid en parte gracias a ellos con otros ejemplos siempre magníficamente cocinados. Como gazpachos, atascaburras, gachas, arroz con liebre de caza y otras maravillas. Pero sobre todo del que consideran su otro plato estrella, en su caso entre los típicos de la tierra: el pisto manchego.

Porque Lola no ahorra elogios al mismo, ya que estima que de forma muy sencilla -«su sencillez es pieza clave en su encanto», precisa- recoge la esencia de la tradición culinaria de nuestra región. «Para nosotros es un placer preparar un buen pisto manchego y ver cómo la clientela nos lo pide y que puedan disfrutar de su sabor auténtico. Saborear Castilla-La Mancha en Madrid».

Una sencillez y humildad -se insiste- que caracteriza a toda la familia hasta el punto de que, lejos de presumir, que bien y más que justificadamente podrían hacerlo, no creen merecer la condición de embajadores de la tierra donde nacieron. «Nos conformamos con haber aportado nuestro granito de arena a que la gastronomía manchega en general y albaceteña en particular sea no sólo conocida sino también valorada en Madrid».

Lo que también sirve para el nuevo establecimiento de San Leopoldo en la zona norte de Madrid cerca de la Castellana y la plaza de Castilla, que entienden que supone una puerta a «un proyecto nuevo, fresco y muy bonito, además con un equipo detrás de gente muy joven, emprendedora, con mucha ilusión, de la que estamos encantados de formar parte».