Fernando Aramburo pasó por la Filmoteca de Albacete, que se llenó para la presentación de su última novela, El niño. El autor de Patria comentó a La Tribuna de Albacete sus sensaciones sobre la novela y su obra.
¿Cómo va ese retrato, ese friso de la sociedad vasca, al que incorpora El niño?
El retrato no es exactamente mi prioridad, pero soy consciente de que si cuento historias, al final saldrá un dibujo, friso descriptivo de la sociedad en que yo nací, pero no es mi primer objetivo hacer una radiografía de la sociedad, lo que me interesa es la gente, ciudadanos concretos de origen humilde, que reciben la historia, con mayúscula, pero no la hacen.
¿Por qué le interesó el suceso que dio origen a la novela?
Me causó una impresión muy fuerte y nunca lo olvidé. No fue el único que ocurrió porque un año antes, un autobús cayó al río Órbigo, pero no sé, el accidente de Ortuella, quizá me quedaba cerca, pero es que además fui durante 24 años maestro de niños y adolescentes;también de niños de la edad de los que fallecieron en Ortuella y revivía este recuerdo. Finalmente, el accidente de Ortuella me interpelaba muy fuertemente, porque me parecía que pedía espacio en la serie Gentes vascas, una historia muy relevante y fue cuestión de tiempo y de encontrarle el tono, para que yo abordase esta historia. Pronto sentí en los dedos que sí, que había material para una novela. Una novela que habla con el lector.
Tengo la costumbre de diseñar las novelas antes de empezar a escribirlas. No es fácil escribir una historia que parte de un dolor tan grande y que afectó a tantas familias. Se me ocurrió poner en práctica un recurso que venía perfilando en novelas anteriores, el texto es consciente de que está sirviendo de soporte a una historia y también interviene mediante una serie de interludios que son muy útiles y sirven de remansos en una historia que podría haberse escorado hacia el efectismo o el exceso emocional.
¿También como guía para el lector?
Efectivamente, es un recordatorio de que el lector tiene entre las manos un libro y no la verdad directa. El texto hace reproches al autor e introduce información para el transcurso de la novela.
Unos personajes que afrontan una tragedia, pero tienen que vivir.
Es la columna vertebral de mi novela, cómo los miembros de esta familia que han perdido un hijo, afrontan la desgracia. La novela relata las distintas estrategias que adopta cada uno de ellos para encontrar alivio, para no sucumbir a la depresión y situar, tal vez, la tragedia en un lugar tolerable de la memoria. Pero alrededor, está la ausencia del niño, que no aparece en ninguna página, pero está en todas.
¿Es más fácil escribir sobre el País Vasco desde fuera?
Pues para ser sincero, no lo sé, porque sólo dispongo de mi perspectiva. Tengo mi perspectiva, efectivamente, de un vasco que se estableció en la República Federal de Alemania como residente, a mediados de los 80 y he seguido observando la realidad de mi tierra natal.
¿Le gusta la serie que han hecho de Patria?
Sí, creo que hicieron una muy buena serie y eligieron a unos actores muy adecuados.
¿Por qué nos toca a todos tan cerca esta novela?
Bueno, nada de ello estaba planeado y no sospechaba que iba a tener tanta repercusión y que iba a emocionar a tanta gente. Creo que esto es así porque la novela Patria nos abre la puerta de la intimidad de los personajes, nos mete en alcobas, cocinas, nos hace percibir olores y sabores y nos hace sentir como si estuviéramos bajo las mismas lluvias. Hay una relación muy humana, personal, con lo que se está contando. El lector no está confrontado con datos o noticias, sino con vivencias particulares que, además, puede que se parezcan mucho a las propias. Los lectores tienen acceso, gracias a la novela, a la intimidad de las personas y eso, les permite tener la sensación de cómo se vivió aquella historia terrible. Qué se sentía y qué se pensaba.
Unos y otros.
Exactamente. Se va poniendo en unas perspectivas y es como si uno, no sólo leyera la novela, se leyera a sí mismo, metido dentro de la historia.
El terrorismo se acabó. ¿Cómo percibe el cambio?
Una vez que se termina con la violencia, el cambio es notorio. Es verdad que quedan heridas, particularmente de las víctimas, de los que sufrieron el terror, pero si no se perpetran atentados, el cambio es enorme, el acercamiento entre los diferentes ha sido paulatino. Se oye en el País Vasco a unos y otros usar la palabra normalidad, pasar página, pero esto no quiere decir que tengamos que olvidar. Pertenezco a una generación que difícilmente podrá olvidar.
¿Seguirá con ese friso vasco?
Sí, pero con calma. Después de El Niño, algo vendrá, porque tengo despensa.