Elena Serrallé

Elena Serrallé


Mis dos faros

19/03/2025

Hace tiempo me topé casualmente con una reflexión que me hizo llegar a una conclusión que a día de hoy sigo firmando. Hay dos personas, sólo dos, en este mundo a las que debes enorgullecer. Esas dos personas no son tus padres, tampoco son tus hijos, ni tus hermanos, no es tu jefe o tu empleado, ni tu socio o un colega, nadie de tu entorno. Eres tú cuando tenías 10 años y tú cuando cumplas los 80.
Una de las máximas que has de mantener en tu lista de prioridades es que la niña que fuiste, y que aún vive en ti, no se sienta defraudada por tu comportamiento actual. Que la mirada que te dirija sea de admiración por tu valentía y por respetar un sendero adoquinado con los valores con los que fuiste educada. Que las pecas que moteaban su cara te recuerden de dónde vienes y te tranquilicen haciéndote saber que siempre podrás volver a casa, aunque esa casa ya no sea la misma porque el tiempo fue implacable.
Y por otro lado, que esa señora de edad avanzada te sonría como se sonríe desde el trono de la experiencia, con la solvencia que otorgan los años, con la serenidad de la sabiduría, habiendo entendido sobradamente de qué va esto de la vida. Que su pelo canoso y su rostro surcado te indiquen a dónde vas y tranquilicen tus miedos con un «lo hiciste genial». A esa señora debes honrar y procurar que no se sienta decepcionada cuando eche la vista atrás.
Manteniendo bien cimentados estos dos faros, podrás guiar tus pasos sin miedo a equivocarte. Camina en la mejor compañía cogida de la mano de ambas.

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