Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


La hora más peligrosa del mundo

14/03/2025

Le pido prestado el título de este artículo a mi amigo y compañero columnista Arturo Tendero. Él lo usó para un relato en el que, en clave de thriller humorístico, narraba los peligros que entraña un acto tan cotidiano como el de bajar la basura. Lo de Arturo era ficción. Sin embargo, años después otro amigo acaba de descubrir que aquel cuento tenía algo de profético. Se llama David M. y, aunque muchos de ustedes lo conocen, estoy seguro de que no me perdonaría que omitiera su nombre. Cierta noche de la semana pasada, David se disponía a deshacerse de la basura con la mala fortuna de que, a la vez que la bolsa, arrojó al contenedor el llavero con las llaves de casa, que sostenía en la misma mano. El percance no habría tenido gran recorrido si David hubiera confiado un segundo juego de llaves a un amigo o familiar, pero él se dedica a la Filosofía y no suele reparar en cosas tan mundanas. Al asomarse, el contenedor se le figuró tan lóbrego, hediondo y amenazante como la gruta del cíclope Polifemo. No en vano era también allí donde se depositaban los desperdicios de un restaurante cercano especializado en pescado y marisco. Los bomberos le comunicaron que tendrían que cobrarle unos muy disuasorios 400 euros por recuperar el llavero. Así pues, David M. le pidió a una amable viandante que le sostuviera el móvil con la linterna encendida y, ni corto ni perezoso, se zambulló en aquella montaña de residuos orgánicos que habría puesto en fuga a una manada de hienas. Y al cabo de un buen rato, tras bucear valientemente entre los despojos más abyectos que produce nuestra sociedad de consumo, emergió con las llaves en la mano y la seguridad de que ni todos los perfumes de Arabia lograrían contrarrestar aquel hedor a langostino pocho que despedían su piel y su ropa.

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