En un lugar del Canal de La Mancha, en junio de 1940, un barco inglés navega hacia las Islas Británicas, abarrotado de soldados recién evacuados de la ciudad francesa de Dunquerque, sitiada por la Wermacht alemana.
Un oficial que habla español se fija en un extraño grupo de soldados. Visten uniforme inglés, pero no parecen ingleses. Les pide que se identifiquen en la lengua de Shakespeare, y no obtiene respuesta;prueba con la de Cervantes: «Señores, esto es muy serio -les advierte severo- si no son ingleses, no pueden estar a bordo y si permito que lleguen a Inglaterra, les pueden fusilar por llevar un uniforme que no es suyo».
Ahora le entienden. Uno de ellos se adelanta y reconoce que son españoles, pero le convence de que también son soldados de su Majestad Británica; le da referencia de su oficial superior y, en medio de una de las operaciones más caóticas de la Segunda Guerra Mundial, le persuade de que localice a su unidad y llame por radio a su mando para verificar que la información que le da es correcta. Y resulta que todo lo que dice es cierto. Punto por punto.
Aquel soldado se llamaba Antonio Grande Catalán, y era natural de Minaya, en Albacete. Cuatro años después, con galones de sargento, volvería a cruzar el Canal de La Mancha en sentido opuesto, hacia Francia, para tomar parte en la mayor operación anfibia de la historia, denominada Overlord, más conocida como Desembarco de Normandía.
Ésta es su historia. La suya, y la de siete compañeros suyos que, como él, eran naturales de Albacete y formaban parte de la Spanish Company Number One del Pioneer Corps del British Army.
memorias. Antonio Grande es autor de un libro autobiográfico, llamado Number One Spanish Company (Editorial Club Universitario, 2002) que cuenta, entre otras muchas cosas, las peripecias de la única unidad de las fuerzas armadas británicas compuesta, íntegramente, por españoles. Y la única unidad 100% española que desembarcó en la playa Gold, en el sector británico, en junio del 44.
Grande nació en la aldea de Las Chozas, término de Minaya, en 1917. Hijo de campesinos, huérfano de padre a los 10 años, llevó hasta cumplir los 19, la misma existencia de los jóvenes de su edad y condición de entonces.
Su única preocupación era que su madre y sus hermanos tuviesen una vida digna y, sobre todo, una casa confortable. Estaba de empleado en la finca conocida como El Capitán -la cual existe aún- y el único lujo que se permitió en esa parte de su vida fue comprar una ‘bici’ para ir a rondar a una novia que tenía por Munera.
Todo se fue al garete con el estallido de la Guerra Civil. Antonio se alistó y fue destinado a la Brigada Mixta Número 27, estacionada en Madrid. Pasó la mayor parte de la guerra en la zona de Buitrago, que solo abandonó para hacer el curso de suboficial.
Al acabar la guerra, fue internado en Medina de Rioseco, provincia de Valladolid; de allí, pasó a otro campo, en Extremadura. Finalmente, lo conducen al País Vasco, a trabajar en un tajo forestal cerca de la frontera. Tan cerca, que puede verla cada día al ir a trabajar en el monte. Y un día, sin pensarlo dos veces, la cruza.
Al llegar a Francia, ya ha estallado la guerra. Y, de nuevo, le sonríe la suerte. Internado en un campo, ve como, un día, un día llega un grupo de oficiales ingleses que busca voluntarios, para formar parte de las compañías de auxiliares de trabajo de la British Expeditionary Force (BEF). Así que nuestro minayero pasó de prisionero a integrante de una de las tres compañías de trabajo asignadas a la BEF e integradas por antiguos refugiados españoles, que eran la 87, la 120 y la 185.
Fue un destino agradable, pero breve. En junio de 1940, cuando entran los alemanes en Francia, la Wermacht capturó a la mayor parte de sus miembros. la mayor parte de ellos acabaron deportados.
Pero un pequeño grupo, en el que estaba a Antonio Grande consiguió llegar a Dunquerque, mezclarse con la marea de soldados ingleses -sin hablar casi nada de su idioma - y embarcar hacia las Islas Británicas.
Por esa vía, según el propio Gobierno inglés, entraron en Inglaterra unos 200 españoles, que se juntaron con otro pequeño contingente de compatriotas que formaban parte de la Legión Extranjera Francesa. Este segundo grupo procedía de Noruega, donde habían luchado contra los alemanes en la Campaña de Narvik.
Los legionarios llegaron a amotinarse contra sus mandos galos para que les dejasen permanecer en Inglaterra porque, tras la caída de Francia, y de caer en manos del régimen de Vichy, su destino más probable era ser enviados de vuelta a España.
«los sufridores». Con estos hombres se formó la Spanish Company Number One del Pioneer Corps, la única rama de las fuerzas armadas británicas que admitía extranjeros en sus filas.
Y ¿quiénes eran los Pioneers?. Pues, por decirlo en español castizo, eran los «sufridores» del British Army; se trataba de un cuerpo creado para dar apoyo cercano a unidades de primera línea.
En el diccionario de la RAE, «sufridor» designa a una persona que aguante lo que le echen, capaz de afrontar las situaciones y tareas más duras sin inmutarse. Y a los Pioneers les llamaban cuando había que hacer los trabajos más duros bajo las peores condiciones, lo que solía significar hacerlas bajo el fuego enemigo.
Si, en medio de la lucha, había que despejar un camino de obstáculos o crear uno de la nada, retirar los restos de la batalla, descargar suministros; si había que apilar munición, hacer o reforzar trincheras; si había que evacuar heridos o prisioneros o hacía falta alguien para, por ejemplo, convertir una casa particular en un puesto de mando, una granja en un hospital de campaña o un descampado en un aeródromo, llegaban los Pioneers, dispuestos a hacer su labor con el fusil en una mano y la pala en la otra.
manchegos en devon. Los españoles comenzaron su instrucción en una pequeña localidad de Devon, en el sudeste de Inglaterra, conocida por el curioso nombre de Westward Ho!
La nueva compañía del Pioneer Corps constaba de cerca de 250 hombres; un mayor, un capitán, cuatro tenientes y 10 secciones de tropa. Al frente de cada sección había un sargento, dos cabos y un soldado de primera. Toda la tropa y buena parte de los suboficiales de la compañía eran españoles.
Según relataba muchos años después otro veterano de la Spanish Company, Francesc Dalmau, aquella localidad costera les pareció «el paraíso». Después de las privaciones de la Guerra Civil Española, del exilio, la cárcel, los campos de prisioneros, cuando volvieron a comer tres veces al día, tener unos chelines en el bolsillo, dormir bajo techo y ver, de vez en cuando, a alguna mujer, sintieron que vivían «como millonarios» tras largos años de privaciones.
El libro de rol de la Spanish Company Number One de 1942 recoge el rango, la inicial del nombre de pila, el apellido y la provincia de origen de sus integrantes. Prácticamente todas las regiones de España, islas incluidas, estaban representadas y justo por eso se sabe que ocho de sus miembros eran de Albacete. Siete eran soldados, y uno era suboficial. Y ése era, precisamente, Antonio Grande, Sergeant Grande.
«spanish commandos». En sus memorias de guerra, tanto Grande como Dalmau afirman que una parte de los miembros de la Spanish Company había recibido entrenamiento de combate, en radiotelegrafía, en demoliciones y en paracaidismo.
La idea, explicaron ambos, era crear una unidad de comandos, preparada para entrar en acción por si acaso la España de Franco decidía entrar en la guerra del lado de las potencias del Eje. Un grupo de 25 españoles -Grande entre ellos- pasaron por varios centros de adiestramiento a partir de febrero de 1941.
Pero, en 1943, el régimen franquista, viendo que Alemania e Italia iban a perder la guerra, pasó de la política de «no beligerancia» a la de «neutralidad», así que el Alto Mando inglés aparcó la idea.
Los españoles pasaron la guerra desempeñando las mismas labores que el resto de sus compañeros del Pioneer Corps, donde hacía y cuando hacía falta, esto es, dar apoyo tanto a las otras ramas de las fuerzas armadas de Su Majestad como del servicio civil o, incluso, en ramas estratégicas de la economía inglesa.
Por ejemplo, varios miembros de la 1st Spanish Company fueron a trabajar en las minas de wolframio, un mineral estratégico que se usaba en aleaciones especiales para la fabricación de armas.
Pero no todo fue trabajo. Durante todo el tiempo que pasaron en Inglaterra, los españoles tuvieron tiempo para hacerse al país que les había acogido. Algunos se aclimataron tanto que los mandos mostraron su preocupación por la pérdida del esprit de corps.
Esa integración también tuvo su parte positiva, pues varios de estos españoles se casaron con inglesas y formaron familias.
operación ‘overlord’. Pero el conflicto seguía su curso. Cuatro años después de su llegada a Inglaterra, los españoles iban a tomar parte en la mayor operación anfibia de la historia, denominada Overlord El plan de batalla inicial decía que la Spanish Company debía desembarcar en el sector canadiense en la Playa Juno, el 8 de junio -el Día D +2- pero una gran tormenta que hubo en el Canal de La Mancha antes del desembarco echó a perder parte del material que ya estaba preparado en el Puerto de Southampton.
Desembarcaron en la siguiente fase, en la zona de Arromanches. Según Grande, lo hicieron antes del día 19, porque ese día otra tormenta destrozó el puerto artificial de la playa Omaha, así que la única vía de suministro que quedó abierta fue el puerto artificial de Arromanches o Puerto Winston. Por aquel entonces, en Normandía ya había más de 60 compañías del Pioneer Corps.
El primer destino de los españoles fue, precisamente, el puerto donde habían desembarcado y, mientras descargaban y almacenaban cantidades ingentes de municiones, los españoles fueron testigos de la llegada, al mismo puerto, de miles de prisioneros de guerra alemanes, desmoralizados, vencidos por fuera y por dentro.
Los testimonios de los veteranos de la Spanish Company dicen que, a medida que los aliados se internaban en Francia, su unidad se vio implicada en algunas escaramuzas, contra pequeños grupos aislados de alemanes y algún francotirador que intentaba hostigar a las tropas aliadas. No consta que hubiesen bajas, ni tampoco que los españoles del British Army se cruzasen en alguna ocasión con la otra unidad española que llegó a Francia, la ‘Nueve’, la Novena Compañía de la División Leclerc, la cual desembarcó mucho más tarde, en agosto y en la playa Utah, en el sector americano.
Ese mismo mes, los ingleses se internaron en Bélgica, para hacerse con la desembocadura del Rin y el puerto de Amberes. Y allá que se fueron los españoles.
En esta fase de la guerra, los españoles del Pioneer Corps estuvieron en los alrededores de Bruselas. En diciembre del 44, el contraataque alemán en las Ardenas hizo que la línea del frente se acercase a sólo 20 kilómetros de su posición. Finalmente, los aliados lograron doblegar el último intento de resistencia germana.
Tras el hundimiento del frente occidental, la 1st Spanish Company volvió a su rutina. En 1946, sus integrantes fueron desmovilizados y regresaron a la vida civil.
Antonio Grande fue de los que se quedaron en el Reino Unido, donde desarrolló una exitosa carrera como ingeniero y comercial de una empresa de maquinaria industrial. Tras su jubilación, se estableció en Alicante.