No es ningún secreto que los españoles tendemos a acumular la mayoría de nuestros recursos en ladrillo y, muy especialmente, en nuestra vivienda principal. Aunque nadie diría que es partidario de poner todos los huevos en la misma cesta en ningún ámbito de la vida, lo cierto es que eso es, justamente, lo que solemos hacer cuando concentramos el riesgo en un activo (vivienda) o en un tipo de activos (inmuebles). Otra forma de ver esta preferencia tan exagerada es que, como recoge la última Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España, los activos financieros representaban un 20% de nuestros patrimonios.
Pero no es solo que nos pongamos la camiseta del ladrillo como si fuese la de nuestro equipo de fútbol favorito, algo que sabemos que es una elección irracional. También hacemos algo parecido cuando acumulamos muchísimos recursos en las cuentas bancarias, aunque sabemos que sufren con cada fuerte crecida de los precios. En 2022, con el IPC galopando más de un ocho por ciento, el efectivo y los depósitos fueron las partidas que más se incrementaron y, a principios de 2023, representaban casi el 40% de los activos financieros de los hogares, según el Banco de España. No debería sorprender que, a finales de ese mismo año, algo más de la mitad de los ahorradores reconociera que había perdido capacidad de ahorro por culpa de la inflación en el VIII Barómetro del Ahorro del Observatorio Inverco.
Pasa lo mismo con el «yo no soy de». Nos negamos a explorar diferentes opciones de inversión porque nos pensamos que no encajan con nosotros cuando, en realidad, no tenemos la información suficiente para saberlo. Lo único que debemos buscar a la hora de elegir cómo gestionamos nuestro patrimonio es que las soluciones den respuesta a nuestros objetivos financieros a corto, medio y largo plazo, según nuestro perfil de riesgo, dejando de lado nuestros prejuicios (tanto positivos como negativos).
En resumen, elegir un producto o activo debe ser una decisión racional, que responda a una estrategia definida junto a un asesor financiero. E igual de importante es la táctica: ajustar nuestras carteras periódicamente para adaptar la estrategia a la etapa de la vida en la que estemos, así como para exprimir las fugaces oportunidades del mercado. Pongámonos la camiseta, claro que sí, de nuestro equipo de fútbol favorito. Pero no lo hagamos con nuestros ahorros e inversiones.
(*) Responsable de Banco Mediolanum en la Zona Levante.