El de actor, en su sentido más estricto, era el único palo que le quedaba por tocar al polifacético Joaquín Reyes dentro del mundo de los espectáculos relacionados con las artes escénicas y audiovisuales. Ya no. Porque a lo largo de esta semana que hoy finaliza el albacetense ha debutado -y aprobado, según las críticas y la taquilla- ante el siempre exigente público madrileño. Ha sido en los Teatros del Canal con una nueva versión de La Paz, la obra que escribió Aristófanes 25 centurias atrás y que ya versionó hace cinco décadas el castellano-manchego, Francisco Nieva. El paisano, que afirma haber dado «un toque albacetense» a Trigeo -el protagonista de la comedia-, se muestra muy contento con esta «locura» que le propuso Rakel Camacho, la directora y también albaceteña. Un reto que afirma le costó mucho aceptar, pero del que se encuentra satisfecho de su resultado.
«Era algo novedoso para mí, que no soy actor. Y por eso, en principio le dije a Rakel que no; luego tras insistirme ella y comentarme que me veía perfectamente dando vida sobre las tablas a Trigeo y que estaba segura de que lo iba a hacer bien, me lo fui pensando y finalmente acepté», confiesa Joaquín. Y es que la directora lo tenía claro, incluso con más convencimiento que él, por lo que cuenta que, en efecto, tuvo que insistirle para convencerle y que se pusiera a estudiar el texto, -«me ha costado un mes, como un opositor aprendérmelo», puntualiza el ya actor- pues la obra había sido seleccionada para el Festival de Teatro de Mérida, donde se representó del 17 al 21 de junio gustando mucho a público y también a la crítica.
Y tras esa puesta de largo en el teatro romano llegaba poco más de tres meses después algo así como la hora de la verdad: afrontar el siempre complicado reto de subirla a las tablas de Madrid. Añadiendo a la satisfacción de Joaquín -quien confiesa haber aprendido mucho no sólo de la directora, sino «de un reparto maravilloso, que fue y es en todo momento un equipo, y también de un personaje con tantas aristas»-, la de la propia Rakel, sobre la que asegura que nunca dudó que el paisano lo iba a bordar. Es más, con cierta sorna adelanta que el paisano, al que califica como artista único, «ya no puede decir que no es actor; ya lo era antes, lo que pasa es que igual no lo sabía». Y argumenta semejante loa con otras valorando su actuación como «muy contemporánea, elegante, audaz, y todo ello sin perder la naturalidad». Sabiendo lo que el ya actor ha confesado de haber puesto mucho de su personalidad, prestándole también su humor manchego a Trigeo en una obra que para que no haya dudas de lo que ofrece al espectador lleva por subtítulo Celebración grotesca sobre Aristófanes. «Joaquín atrae especialmente cuando se lleva la acción y el texto a su terreno, sabe jugar y entregarse con total confianza».
Más información en la edición impresa y en la APP de La Tribuna de Albacete https://latribunadealbacete.promecal.es