¿Y yo cómo te explico que cada vez que me abrazas me quedaría a vivir allí? Allí, donde sanan mis heridas, donde respirar no duele y donde me siento como en casa. Donde se desatan los nudos. A salvo, tranquila, cómoda y viva. Justo allí, donde menguan mis problemas y enmudecen mis miedos.
¿Y yo cómo te explico que eres tú? Tan sólo tú, sin planes B, sin más opciones, sin ninguna alternativa, exclusivamente tú. Tu esencia, tus gestos, tus manías, tu voz en mi oído y tus manos en mi piel. Tus días en mis días y tus noches en mis noches.
Y dime, ¿cómo te explico que mi café favorito siempre será el de tus ojos? Ésos que se achinan hasta desaparecer cuando regalas al mundo tus sonrisas de niño travieso. Tu mirada en mi mirada, para siempre, para conversar sin palabras y para leer en ella lo que no me quieres decir.
¿Y cómo te explico que te cruzaste en mi camino y olvidé a dónde iba? Y agarré tu mano y nos dispusimos a caminar, a caminar y a construir, a construir y a crecer, a crecer y a compartir y a soñar y a planear y a volar y a diseñar una vida juntos.
¿Y cómo te explico que te sigo eligiendo? Dime, ¿cómo hago para que entiendas que te voy a querer y cuidar hasta el final? ¿Cómo te cuento que me sigues enamorando cada vez que colocas mi nombre en tus labios?
¿Y cómo te explico lo que ni yo misma me puedo explicar? Llegaste para quedarte, para poner mi mundo patas arriba, para inspirarme, para ayudarme a ofrecer mi mejor versión, para sumar y multiplicar, para todo, para mí, para siempre.