Hay esfuerzos que no sirven para nada

Pedro Belmonte
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Las cuadrillas apenas tuvieron opciones ni de lucirse, ni de hacer con corrección su trabajo para ayudar al matado

Jesús Robledo se dispone a colocar un par de banderillas al primer de la tarde. - Foto: Alcolea

Hay tardes que, no solo no crean afición, sino que además la destruyen. Lo primero por la escasa presencia de los toros y a eso hay que sumarle el mal juego que dieron los seis que se jugaron, de dos hierros distintos, aunque parecían de la misma casa por su comportamiento. Con poca fuerza y lo peor, casi ayunos de casta, que es lo peor que puede pararle a un toro bravo, ya que la casta, además de emoción, les ayuda a no claudicar cuando la fuerza no les sobra.

No se debe traer a esta plaza toros con la escueta presencia que lucieron los seis, solo uno, el quinto, se tapó por la cara, pero si las figuras quieren ese toro y no admiten al 'toro de Albacete', lo mejor y más honesto es no anunciarse en nuestra plaza. Ayer además, el juego de los toros, algo que no se le puede achacar a nadie, solo al ganadero, no dejaron a las cuadrillas ni siquiera poder hacer las cosas como saben, porque a todos los aficionados nos consta que son grandes banderilleros y picadores, pero con ese comportamiento no pudieron hacer el esfuerzo necesario para redondear su labor y facilitársela a su matador.

Empecemos por el tercio de varas, donde Pedro José Morales, cogió bien al primero de la tarde, sin que el toro le causara problemas, pues se dejó pegar y pronto lo sacaron del caballo, al igual que pasó con Paco María en el segundo, bien cogido y que le embistió al peto con un pitón. El tercero buscó el pecho del caballo y derribó a Manuel Cid, recibiendo apenas un refilonazo. El cuarto se fue al de la puerta y tuvo que ser Morales quien, rectificando, logró picarlo en su querencia. Revoltoso y buscando las vueltas fue el quinto de la tarde, costándole picar a Oscar Bernad, que aguantó bien la descompuesta embestida y Miguel Ángel Muñoz, aguantó el genio del sexto que llegó al caballo casi en terrenos de chiqueros.

 Con la lidia ocurrió algo parecido, pues los lidiadores intentaron poner suavidad en los capotazos, pero la destartalada embestida de los toros apenas sirvió para que el matador pudiese verlos, eso sí, vieron lo que tendrían unos minutos después. Lidió suave y dándole sitio Víctor Hugo Saugar, Pirri, al que abrió plaza, complicándosele la lidia en el segundo a Diogo Vicente Manuel de Carvalho, descompuesto y sin formalidad, como intentó imprimir suavidad Jesús Díaz Larios, Fini, en el tercero. Con corrección pero incómodo, fue el cuarto a cargo de Víctor García, siendo muy breve, al igual que Abraham Neiro en el quinto, haciendo lo que pudo por la desigual embestida del sexto, Miguel Murillo. En banderillas sólo  destacaron Víctor García en dos buenos pares al primero de la tarde, certeros en el segundo Abraham Neiro y Luis Cebadera,  Miguel Murillo en el tercero con dos buenos pares, Jesús Robledo un buen par en el cuarto, otro buen par de Cebadera en el quinto y otro buen par de, Fini, en el cierraplaza.