Algo falla. El sector agrario, de toda España y, por ende, el de Albacete, lleva en estado de movilización general todo un mes. Se ven tractores y manifestantes por todas partes, el apoyo social a las gentes del campo sigue fuerte, pero las medidas, los acuerdos que pongan fin a esta crisis siguen sin llegar.
Desde el 1 de febrero, con las primeras tractoradas en Castilla y León, las movilizaciones han sido constantes. En Albacete, la primera oleada de movilizaciones comenzó el 6 de febrero, cuando 1.200 tractores bloquearon el centro y los principales accesos de la capital de la provincia. Desde entonces, ha habido cortes de carreteras y autovías, manifestaciones ante la Subdelegación del Gobierno y la Delegación de Agricultura, caravanas camino de Madrid, unas de tractores, otras de buses llenos de manifestantes; ha habido intentos de bloqueos de los puertos y piquetes de madrugada a las puertas de las lonjas.
En paralelo, el campo se ha hecho un hueco cada vez mayor en las agendas políticas, especialmente en las locales, las más próximas al ciudadano. Se aprueban mociones en apoyo al campo en la Diputación o en los principales ayuntamientos y a veces no se aprueba una, sino varias en una misma sesión, como sucedió esta misma semana en el Pleno de la capital.
Y aún así, nada. El ministro de Agricultura, Luis Planas, lleva ya varias rondas de negociación con las principales organizaciones agrarias; desde la Consejería de Agricultura, llegan mensajes de comprensión y apoyo a reivindicaciones del sector, como por ejemplo la simplificación de la PAC.
Nula repercusión. Pero ni por ésas. Todos quieren mucho a los agricultores, pero ese cariño no se deja ver ni en los boletines oficiales ni en los diarios de sesiones de las diferentes cámaras que tienen voz y voto en el sector agrario, bien sea nuestro Congreso, nuestro Senado o el Parlamento Europeo.
En nuestra Cámara Alta, se celebró sesión de su Comisión de Agricultura el 5 de febrero, cuando los tractores empezaban a salir en varios puntos de España. Se presentaron y debatieron seis mociones distintas, y todo en el orden del día la palabra «movilizaciones» se menciona una sola vez.
Respecto al Congreso de los Diputados, la primera reunión de la Comisión de Agricultura en la que se habló de las movilizaciones tuvo lugar el 21 de febrero, tres semanas después de que saliesen a la calle las primeras tractoradas.
Durante la sesión, se debatieron varias tres iniciativas del PP y una presentada por Vox, en las que se aludía, de una forma u otra, a las movilizaciones, pero todas ellas eran proposiciones no de ley (PNL), esto es, mociones de tipo político pero sin trascendencia legislativa.
En paralelo, el ministro Planas ha comparecido dos veces ante el Pleno del Congreso y una ante el Senado, como parte de las sesiones de control al Gobierno. Pero a día de hoy, del poder legislativo no ha salido aún ni una sola iniciativa legislativa que tenga relación directa con las demandas del campo.
El frente europeo. Otro tanto se puede decir de los cuatro Consejo de Ministros celebrados en la Moncloa durante este mes. Pero tampoco está claro qué es mejor, que se acuerden de uno o no, porque Europa sí que movió ficha, pero no precisamente en la dirección que se demanda.
La semana pasada, los 27 estados miembros de la UE acordaban renovar durante un año más el acuerdo con Ucrania, que permite la entrada de importaciones desde este país sin tener que pagar arancel, lo que incluye los cereales.
Este mismo martes, el Pleno del Parlamento Europeo aprobaba la Ley de Restauración de la Naturaleza, que prevé la recuperación y dejar de explotar el 20% de las áreas terrestres y marinas para 2030.