El salón de actos del Obispado acogerá mañana, a las 19 horas, la presentación del poemario Para que todo sea, de Francisco Jiménez Carretero, obra galardonada con el cuadragésimo segundo premio mundial Fernando Rielo de Poesía Mística. El autor barrajeño, que comentó a La Tribuna de Albacete las singularidades de la obra, estará acompañado en este acto por Juana Sánchez-Grey Venegas, José Joaquín Martínez Ramón y Rubén Martín Díaz.
¿Qué supone en su trayectoria literaria el premio Fernando Rielo?
Todo premio literario para un escritor es siempre motivo de júbilo cuando se recibe porque supone un reconocimiento a su obra. Pero si a esto añadimos y nos fijamos en el que hoy nos ocupa, el Fernando Rielo, la alegría es mucho mayor por cuanto se trata de un premio de prestigio internacional tanto por sus años de trayectoria, son ya 44 años que se convoca, como por la categoría de los poetas que me precedieron en su consecución: Blanca Andreu, García Nieto, Mena Cantero, Rafael Alfaro, José Javier Aleixandre, Matevski, Teodoro Rubio, Izara Batres, entre otros.
Ya fue finalista en este certamen, ¿decidió probar suerte de nuevo para alzarse con el premio?
Efectivamente, en 2016 con mi poemario Y no te vi, Señor, y estabas…, que fue publicado por la editorial Vitrubio, ya fui finalista de este prestigioso certamen literario y otra vez más, en 2020 también fui finalista. En principio pensaba que mi recorrido místico había tocado fondo y había descartado la idea de intentarlo por tercera vez pero transcurridos seis años me fueron surgiendo nuevas vivencias e inquietudes que dieron paso a los poemas que hoy componen Para que todo sea y decidí presentarme nuevamente, con la suerte de que a la tercera conseguí alzarme con el premio.
¿Lo más importante es la difusión internacional, como se pudo ver en su presentación en Madrid?
La difusión internacional cuenta mucho, el libro traspasa nuestras fronteras para ser conocido y leído en otras latitudes. En cuanto a la presentación, fue una tarde fantástica, nada menos que en Madrid, y en la sede de la Fundación Fernando Rielo, donde me vi arropado por muchísimos paisanos, amigos y poetas. Quiero dejar constancia y agradecer la intervención de la directora de la Fundación Ascensión Escamilla y del excelente poeta y crítico literario José Luis Morante, que con una prosa brillante fueron la antesala de dicha presentación.
¿Pensó en el certamen cuando escribió Para que todo sea?
Cuando uno escribe poesía, al menos en mi caso, no pensaba ni en este ni en otro certamen. Como he dicho anteriormente tras muchas lecturas de San Juan de la Cruz, Santa Teresa y de otros excelentes poetas que sin pretender escribir mística a veces lo hacen, fueron surgiendo poemas que fui guardando y tras un tiempo de madurez de los mismos decidí intentarlo nuevamente. Quiero añadir que el título del libro Para que todo sea lo tomé prestado de unos versos de la gran poeta albaceteña Dionisia García y que aparecen en una cita al comienzo del libro.
¿Qué temas aborda en el poemario?
Fundamentalmente, la luz, que alumbra las cosas que vemos y tocamos y que tan desapercibidas nos pasan a veces. Por ello mis poemas intento enmarcarlos en crepúsculos, momentos fronterizos donde la luz de cada día se hace patente. Pero la luz también puede estar en la espesura de la noche cuando, perdido, encuentras esa mano amiga que te guía hacia crepúsculos más altos.
¿Cómo es poéticamente?
Para definir poéticamente mi libro, hago mías estas acertadísimas palabras de José Luis Morante cuando define en su magnífico prólogo la poética del mismo y destaca mi «empeño en incorporar a la senda argumental una perspectiva humanista. En el fluir de sus poemas dialogan el verso pensativo, la luz tamizada de la autobiografía y la convivencia con una realidad transcendida, que desvela las limitaciones del ser y la necesidad del ideal. No en vano la palabra mística se refiere a una existencia íntima e interior en la persona, cuya aspiración es integrarse en una vida espiritual que le acerque a su dios».
¿Es importante en su obra lo trascendente?
Para esta pregunta tengo dos respuestas. Toda mi poesía, cuando la escribo, pretendo que trascienda y llegue a mis lectores de una manera abierta y sencilla. Pero si lo trascendente se refiere a lograr, desde una propuesta poética reflexiva, la plenitud espiritual, a mí personalmente, todavía me queda demasiado lejos. Lo único que he pretendido al escribir mis versos, en ciertos momentos de recogimiento, aspirar a ser mejor persona con una sensibilidad bien abierta por si algún día los sueños y anhelos del presente se hicieran realidad.