Todo empezó con un ratón

G. Koleva (SPC)
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De Walt Disney se dicen muchas cosas y se saben otras tantas. Pero lo que es indiscutible es que su 'imperio' transformó para siempre el mundo del entretenimiento, creando generaciones de recuerdos

Todo empezó con un ratón

Hay quienes dicen que la mejor manera de superar los miedos es enfrentarse a ellos. Y eso es precisamente lo que tuvo que pensar Walter Elias Disney, un siglo atrás. Cuenta la leyenda que su fobia a los roedores le hizo tomar la iniciativa y crear al ratón más carismático de todos los tiempos. Desde entonces, Mickey Mouse no solo se ha convertido en el inconfundible sello de la factoría de la magia y los sueños, sino que también ha influido en la vida de millones de niños y adultos a través de sus apasionantes historias.

Personajes tan entrañables como Dumbo, Campanilla, el Rey León o Cenicienta le deben su existencia a un hombre que supo ver mucho más allá de unos simples dibujos animados. Porque lo que Disney consiguió crear fue todo un universo de entretenimiento, elevándolo del papel y el lápiz a las salas de cine, pasando por la pequeña pantalla y llegando a decenas de parques de atracciones repartidos por todo el mundo. Todo ello en medio de un aura de misterio que rodea al padre de la casa de los sueños: desde que su cuerpo permanece congelado, a que simpatizaba con el régimen nazi e, incluso, que en realidad era un agente secreto del FBI.

No es de extrañar que los mitos y leyendas urbanas se hayan apoderado del creador del máximo imperio de animación, y más teniendo en cuenta que aún existen muchas incógnitas sobre su verdadero origen: las biografías oficiales sostienen -y todo indica que fue así- que nació el 5 de diciembre de 1901 en Chicago, si bien hay quienes defienden que realmente era hijo de una joven lavandera del municipio almeriense de Mojácar, quien le habría dado en adopción tras emigrar a la ciudad norteamericana.

Más allá de teorías y curiosidades, los comienzos de la factoría tuvieron lugar en la década de los años 20 del pasado siglo. Fue entonces cuando la mítica compañía de animación echó a andar gracias al sueño de un joven de dar rienda suelta a su imaginación. Y no es de extrañar, pues la pasión a Walt le venía de lejos. Ya desde pequeño, mostró gran interés por el dibujo y a los 18 años empezó a trabajar como ayudante de ilustración. Cuando consideró que ya había adquirido todos los conocimientos necesarios, se mudó a California e inició su carrera como empresario dentro del mundo de la animación de la mano de su hermano Rob, con quien fundó, en octubre de 1923, Disney Brothers Studio. Dos años después, la empresa pasó a ser sencillamente Walt Disney.

Fue en ese mismo año cuando Mickey Mouse apareció en su vida... y en la de todos. La creación del personaje tampoco ha podido escapar de ese halo de misterio que siempre ha rodeado a Walter y aún existen dudas de si fue él quien realmente ideó al ratón. Se dice que el concepto surgió en un viaje en tren, después de que la compañía perdiese los derechos de uno de sus primeros personajes, el conejo Oswald. Se dice que su nombre inicial fue Mortimer, pero que decidió cambiarlo a petición de su esposa, Lillian. Se dice que Walt solo diseñó el boceto -más tarde le prestó su emblemática voz y personalidad- y que encargó el resultado final a su socio, dibujante y amigo Ub Iwerks, con quien trabajaba desde hacía varios años. Se dicen muchas cosas, pero todas ellas coinciden en que Mickey Mouse fue el comienzo de todo lo que vino después.

Su fulgurante éxito hizo que los hermanos Disney llevaran unas de sus primeras creaciones, Blancanieves y los siete enanitos, a la gran pantalla en 1937 y que así se fuera construyendo todo un gigante del entretenimiento. Pinocho, Fantasía (ambas de 1940), Dumbo (1941) y Bambi (1942) siguieron su estela, conquistando a la crítica y a miles de familias en todo el mundo, mientras que títulos como La Cenicienta (1950), Alicia en el país de las maravillas (1951) o Peter Pan (1953) no hicieron más que demostrar que su reinado era indestructible.

Para mediados de los 50, sus ideas no tenían rival en el sector de la animación y entonces, después de mucho soñar e imaginar, abrió sus puertas el primer parque temático de la compañía. Un centro de diversión para todas las edades que tan solo un año después ya habían visitado un millón de personas y desde el que, cuando se cumplió su décimo aniversario, Walter recalcó que solo esperaba que nadie olvidara nunca que «todo esto empezó con un ratón». Con el tiempo, el proyecto fue creciendo hasta convertirse en lo que hoy se conoce como Disneylandia.

Un nuevo comienzo

Tras una larga enfermedad y después de que los cigarrillos le acompañasen prácticamente toda su vida, el magnate fue diagnosticado con un cáncer de pulmón que le provocó la muerte en diciembre de 1966. Su cuerpo fue incinerado y llevado al cementerio Forest Lawn Memorial Park (Glendale), aunque hay quien sigue teorizando y asegura que permanece congelado en una cápsula, a la espera de que la ciencia avance lo suficiente como para poder devolverle a la vida y que siga expandiendo su ingenio. 

No cabe duda de que Walt seguiría sorprendiendo en caso de producirse semejante milagro. Por surte, el padre de Mickey Mouse consiguió transmitir toda su ilusión a la empresa, que sigue emocionando cada año a padres e hijos por igual. De hecho, en los últimos tiempos, Disney ha sabido construir una gran industria capaz de conquistar a varias generaciones, especialmente tras adquirir el estudio Pixar -que consiguió destronar a la factoría de los sueños a principios de los 2000-, y abarcando bajo su paraguas todo tipo de historias: desde las espadas láser de La guerra de las galaxias, a los héroes y villanos de Marvel o las aventuras de Piratas del Caribe. Relatos y personajes que siguen haciendo soñar a grandes y pequeños.

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