Ya tenemos obispo. Habemus Episcopum. La Diócesis de Albacete ya no está vacante. En mayo, en el mes de la Virgen de Los Llanos, llegará desde la vieja ciudad romana Complutum, hoy Alcalá de Henares, nuestro nuevo obispo, don Ángel Román Idígoras. Desde el hospital Gemelli de Roma, el Papa Francisco ha firmado el nombramiento del padre Román como nuevo obispo de Albacete. Estamos seguros de que al Papa Bergoglio el nombre se lo ha sugerido don José Cobo, cardenal arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal. Desde el Dicasterio o Curia romana, el cardenal Cobo está seleccionando y proponiendo unos candidatos «al estilo del Papa Francisco». La procedencia de don Ángel de una Iglesia en «salida», en las «periferias», «con olor a oveja», así lo avala. El obispo Román está al lado de los que sufren y hasta ahora ha sido el capellán del Centro Penitenciario Madrid VII, en Estremera de Tajo. Allí ha encontrado testimonios de esperanza y vida. En los presos ha visto a Dios; con ellos y en ellos. Dicen que es humilde. Algunos, que hasta un profeta que el Señor puso en su camino. Comentan que es transparente, sencillo, desapegado de lo material, se da por entero y jamás, jamás, jamás critica a nadie y ha disculpado todo en todos. La noticia de Albacete le cogió completamente por sorpresa. Desbordado, pero alegre en el Señor, recibe el encargo de la Diócesis albaceteña como un servicio y un regalo inmerecido. Es consciente de que, ante todo, está la entrega, por amor, del Señor y en la cruz. Viene con ganas de servir, de querer, de caminar juntos, de levantar y dejarse levantar. Y, sobre todo, de llevar la alegría del Evangelio. Aplaudimos desde estas líneas a don Julián Ros por su trabajo como administrador de la Diócesis que estaba vacante. Desde esta tribuna queremos hacerle llegar a don Ángel nuestra promesa de servicio y de colaboración con su tarea evangelizadora. He conocido y tratado a todos los obispos desde don Ireneo Alonso hasta don Ángel Fernández. Percibo que nos llega un hombre de parroquias, de acción, pero sobre todo un pastor de almas «con olor a oveja».