Hidroacolchados. Detrás de esta palabra técnica que suena a algo muy complejo, se encuentra una idea muy sencilla y efectiva para proteger algunos cultivos muy conocidos e importantes por estos pagos, como es el caso del azafrán. Una idea que, a su vez, es el centro de un proyecto que desarrollan Investigadores del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) y de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM).
El hidroacolchado consiste en una mezcla de papel reciclado, agua, yeso y un resto vegetal triturado o molido que se aplica como una pasta bajo los árboles. La idea es que esta capa sea una defensa contra y malas hierbas y que, a su vez, sea una alternativa a métodos más agresivos o contaminantes, como el control mecánico o los herbicidas.
El problema es que la teoría es muy fácil de explicar, pero luego llega la práctica. Esto es, hay que acertar con la 'receta' de la mezcla para que ésta resulte efectiva. Por eso, se prueban diferentes mezclas de restos vegetales muy diversos: madera de poda, como viña, olivo, plantas de jardín o almendro; restos de la destilación de plantas aromáticas, como lavanda, romero, orégano salvia. También se han hecho ensayos con alperujo y paja de trigo o centeno.
Evidentemente, también hay que probar esta nueva tecnología con diferentes cultivos. Precisamente, el ensayo relacionado con el azafrán se desarrolla en Albacete, para comprobar la eficacia del control de malas hierbas y el efecto sobre la floración de la rosa, que es muy delicada.
Otros cultivos donde se ensayan los hidroacolchados tienen especial importancia en la provincia de Albacete o en otras zonas de Castilla-La Mancha. «El hidroacolchado está indicado para plantaciones de cultivos leñosos muy variados: almendros, olivos, viñas, siempre y cuando sean en secano o en regadío por goteo con las tuberías enterradas. Si el acolchado se humedece muchas veces, deja de ser útil. En cultivos de plantas aromáticas los materiales fueron cubiertos por el propio cultivo tras varios meses. En esos casos, es posible usar mezclas menos duraderas, ya que no hace falta que aguanten tanto tiempo porque el cultivo ya compite pronto contra las malas hierbas», señala el investigador Gabriel Pardo.
Además de proteger la planta, esta capa protectora también ofrece otras ventajas, como es un ligero ahorro de agua. Los ensayos también sugieren que hidroacolchados amortiguan las temperaturas del suelo, ya que aumentan las mínimas y disminuyen las máximas y facilitan la implantación de los cultivos.
«Hemos encontrado que muchos restos vegetales diferentes dan un hidroacolchado con resultados similares en cuanto a dureza, duración y efecto sobre las malas hierbas. Así que creemos que se pueden aprovechar multitud de restos», explica la investigadora Alicia Cirujeda.
Por el momento, con este método «estamos consiguiendo un buen control de las especies de malas hierbas anuales y moderado de especies perennes como la grama, la juncia, durante más de un año. En algunos ensayos dura más, en otros menos. Depende, sobre todo, de la precipitación: cuanto más llueve, antes se degrada», agrega la científica.