El Da Vinci conquense

Manu Reina
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A sus 11 años, Manuel Redondo desafía el sentido común con un gran talento para crear sus propios inventos, gracias a su perseverancia para probar y errar de forma repetitiva hasta lograr resultados

El Da Vinci conquense

¡Qué ingenio! Le pica la curiosidad. Indagar, probar y descubrir son sus aptitudes innatas. Son también facetas o inquietudes que le llevan a crear sus propios inventos, unos más curiosos que otros, pero todos con sentido y criterio. Así es Manuel Redondo. Hasta aquí, podría parecer un caso normal, pero la realidad es bien diferente teniendo en cuenta que tan solo tiene 11 años. A este joven conquense le apasiona el mundo de la creatividad. En sus manos cobran vida distintos artilugios que sorprenden a primera vista y que, por supuesto, tienen su uso para la vida cotidiana. 

La joya de la corona de su colección es un sombrero multidisciplinar. Tanto como para que este accesorio cuenta con «batería recargable, podómetro, radio, cámara para incluso ver por la noche, auricular para escuchar la radio y un pendrive con USB para ver películas», explica. Un cúmulo de dispositivos que cobran aún más sentido en su cabeza. Manuel llama «de forma cómica» directamente a este artilugio como El sombrero del Inspector Gadget, señala entre risas. En «cinco horas» de trabajo en su escritorio dio con el resultado que esperaba. 

Las estanterías de su habitación tienen un gran valor, especialmente para él. Y es que guardan otros inventos, como un coche con una goma que se enrolla. Al «estirarla», y por inercia, el vehículo, confeccionado principalmente con palos de madera, recorre unos centímetros. Cuenta con unas gafas de realidad virtual, aún sin lente porque no pudo comprarlas, pero está en ello. Estas lentes están «hechas para meter el móvil» y poder ver en tres dimensiones. 
También dispone de un pendrive oculto, que a simple vista para nada lo parece. Y es que se trata de una «placa base de una cámara de video vieja que ya no funcionaba, pero que tenía un puerto USB». Tras «desconectar los cables y un tiempo de trabajo, ya obtuve el resultado». Tiene muchos más, aunque él mismo ha perdido la cuenta. 

El secreto de esta creatividad es basarse en el simple método de «prueba y error». «Demasiadas» veces lo ha hecho. Y es que «se trata de probar cosas, ver si funcionan y conseguir un resultado». En caso contrario, «no pasa nada por no llegar al final porque volvemos a empezar de nuevo hasta que si podamos hacerlo». La edad que tiene es la mencionada anteriormente pero por sus explicaciones cuesta creerlo. Él es consciente de que «no es normal porque creo que no me corresponde por edad». De hecho, «no me agrada mucho la situación», aunque, «cuando me pongo a inventar, se me olvida todo por completo». Y es que, al fin y al cabo, «es una satisfacción muy grande cuando me ponga a inventar». 

Reutilizar. Uno de las cosas que le honra es que tiene muy claro que hay que «reciclar y reutilizar» para que dar una segunda vida a objetos o dispositivos que «no funcionan». Al poco tiempo, esas piezas vuelven a tener sentido. Manuel Redondo empezó a hacer sus primeros ensayos durante el pasado verano. Apenas lleva unos meses en esta materia. Todo empezó cuando elaboró un dispositivo que llama Calambrín, con un objeto con un botón en el centro que, cuando se acciona, genera una pequeña descarga. Pero aún hay más, porque este joven conquense desvela que su próximo reto es «crear mi propio prototipo de una mano gigante con movimiento». Cuando «metes la mano y pulsas unas anillas, mueves los dedos». Ha obtenido sus propias ideas de ver referencias, aunque reconoce que, «tal vez, no se mueva el pulgar».

Sus inventos no dejan a nadie indiferente. Los primeros en verlos son sus propios padres, quienes felicitan y animan a Manuel a seguir sus sueños. El resto, dependiendo de cada persona, porque «se quedan flipando, me llaman loco o directamente me dicen que ha quedado muy chulo». 

Tiene el ímpetu de una persona creativa y el talento es innato. Se empapa de vídeos, tutoriales e imágenes para seguir creciendo. Sabe que «todo está inventado, pero no creado», por lo que aún hay margen de seguir fascinando a todos. Tampoco descarta, con los pies en el suelo, crear la máquina del tiempo a través de manufacturar con grandes energías electromagnéticas y crear un agujero de gusano, aunque es solo una teoría».
Sin embargo, quizás todavía más llamativo, es que no quiere ser ingeniero o físico el día de mañana. Sí que lo estudiará, pero prefiere ser «escritor», principalmente por buscar la «tranquilidad». Este joven, alumno de sexto del CEIP El Carmen, avanza a pasos agigantados y es cuestión de tiempo que vuelva a sorprender con otro artilugio. ¿Con qué nos sorprenderá esta vez?