«Albacete es pionera en la protección del regadío tradicional»

E.F
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El delegado de Agricultura, Ramón Sáez, defiende que estos sistemas de riego «son mucho más eficientes que los que usan muchas explotaciones modernas»

Ramón Sáez visitó la zona de Ribera de Cubas, justo donde está el azud. - Foto: R.S.

Cada año, la Junta de Comunidades concede subvenciones a la mejora de los regadíos de la región. Pero la última 'hornada' de ayudas presenta una importante novedad que, además, se 'cocinó' en  Albacete: el apoyo al regadío tradicional, una actividad con arraigo milenario que, sin embargo, no terminaba de hallar su sitio en los programas relacionados con el riego de la Consejería de Agricultura. Al menos hasta ahora, según explicaba el delegado provincial de este departamento, Ramón Sáez, durante una reciente visita a uno de estos regadíos, situado entre la Ribera de Cubas y La Recueja.

¿En qué consisten estos regadíos?

Son sistemas de riego pequeños, pero muy antiguos. Muchos de ellos se remontan a la época andalusí y, aunque no generan la actividad económica de las grandes explotaciones de regadío, que juegan en una Liga completamente distinta, tienen una importancia enorme para las comunidades rurales que los explotan desde tiempos inmemoriales, era la 'pata' que nos faltaba para que la Orden de regadíos fuese la más completa que se ha sacado nunca en la Consejería de Agricultura.

Así que la última Orden ya toca todos los 'palos' posibles.

Absolutamente, contempla todas las fases. Damos salida a nuevos regadíos, gracias a las reservas de agua que hay en los distintos planes de cuenca para la región; modernizamos los ya existentes, con equipos más eficientes, tanto desde el punto de vista de la gestión del agua como de la energía, en este último caso con las ayudas que se dan a la instalación de pequeñas plantas fotovoltaicas y esta vez, por fin, hemos dado entrada a los regadíos tradicionales.

Pero, ¿por qué ahora?

Porque nos dimos cuenta de que son mucho más importantes de lo que parecen, incluso en términos absolutos. Fíjese en que, este año, se han concedido 3,3 millones de euros a 41 proyectos de regadío tradicional  en Albacete que suman, entre todos, 4.914 hectáreas de superficie y unos 6.758 regantes. Estas cifras son palabras mayores en una provincia como ésta pero es que, además, este regadío tiene un peso social enorme, como lo demuestra que hay casi 7.000 usuarios detrás, y todo esto corría riesgo de desaparecer.

¿Desaparecer? ¿Por qué motivo?

Después de dar una vuelta por la comarca de la Manchuela  de Albacete, por la Sierra de Alcaraz y la del Segura, nos dimos cuenta de que había una necesidad importantísima de ayudar a los regadíos tradicionales porque corríamos el riesgo de que muchas de sus concesiones  de  agua se perdiesen. Por ley, si una concesión se mantiene inactiva durante un cierto período de tiempo, la Confederación Hidrográfica correspondiente puede hacer que decaiga. Eso son recursos hídricos que pierde la provincia y, sobre todo, que pierden las comunidades locales.

Así que se trata de hacerlas efectivas antes de que caduquen.

Claro, se trata de hacer efectivas las concesiones de agua que tengamos en cada cuenca asociadas a estos regadíos. Y no es muy complicado, porque casi todos estos proyectos son pequeñas obras de restauración y de conservación de acequias u obras de fábrica, sólo permitimos algún entubado en casos muy concretos, para salvar algún desnivel muy pronunciado, por ejemplo. Son pequeñas actuaciones que, sin embargo, tienen un impacto enorme.

¿Qué efecto producen?

Para empezar, frenas la despoblación. Casi todos estos regadíos están en zonas de muy intensa despoblación y envejecidas, los comuneros suelen ser gente de mucha edad. Y estos regadíos, aunque no lo parezca, tienen mucho peso en los mercados locales, en las economías de sus municipios. Una parte muy importante de su producción es para autoconsumo, sobre todo hortalizas, pero también hay gente que vive de ello. Son agricultores que venden sus productos en los mercados locales, en circuitos de proximidad,  a un precio razonable y con una calidad máxima, sin punto de comparación con lo que hay en la ciudad.

Y todo eso lo tienen en sitios como aquí, en Ribera de Cubas.

Pues sí. Aquí viven 65 personas todo el año. En verano, como pasa en otras zonas, esta cifra se duplica o se triplica. Sin estas pequeñas huertas y las acequias que las riegan, no aguantarían o les sería mucho más difícil. Además, mantener en funcionamiento las acequias es un trabajo constante, que no se acaba nunca y que también sirve para mantener viva una comunidad, porque al hacerlo todos cuidan de todos y lo ven, y lo viven, de una forma muy directa.

¿Mantener estos regadíos también tiene un valor ambiental?.

Si que lo tiene,  desde el punto de vista de la biodiversidad e incluso de  seguridad alimentaria. Aunque parezca difícil de creer, estos regadíos son mucho más eficientes que los que usan muchas explotaciones modernas. Usan aguas que están siempre en circulación que además forman una especie de circuito cerrado, de forma que su gasto energético e hídrico es mínimo, ¡para que luego digan que la economía circular es un invento de estos tiempos!. Y luego está el papel que se desempeñan en el mantenimiento de variedades de cultivos, no sólo hortalizas, que son antiquísimas y únicas, y que  sin estas pequeñas comunidades de regantes se habrían perdido.

¿Otras provincias de la región desarrolan proyectos similares?

No estoy del todo seguro, pero juraría que no, creo no hay ninguno aparte de los nuestros. Sin ánimo de molestar a nadie, me atrevería a decir que la provincia de Albacete es de las pioneras en la protección de los regadíos tradicionales. Es más,  hasta la orden para protegerlos se redactó aquí, en sede de la Delegación Provincial de Albacete, por nuestros técnicos.

O sea, que no había precedentes.

En Castilla-La Mancha, no. El único precedente, la única iniciativa similar estaba en Andalucía, con su orden para la protección de regadíos históricos, que tampoco se adaptaba a la situación de nuestra región del todo, pero que al menos fue un buen punto de partida. 

¿Qué hubo que adaptar?

Para empezar, entre regadíos 'históricos' y 'tradicionales' hay una diferencia muy importante. Un regadío histórico es, por ejemplo, uno que se remonta a la época de los árabes y que se puede demostrar de forma documental. Aquí no es tan simple, tenemos regadíos que sabemos que proceden de los árabes, pero su concesión de agua sólo está confirmada desde hace 20 años, por poner un ejemplo. Si hubiésemos calcado la orden andaluza, se quedaban fuera, por eso optamos por el término  'tradicional', que sí los abarca.

¿Aparte del proyecto de Ribera de Cubas, cuáles destacaría?

¿De los 41? Es complicado, todos tienen gran valor. Sí que hay que decir que hay municipios y comunidades de regantes que llevan muchos años de trabajo dedicados a la protección de sus regadíos  tradicionales, como es el caso de Letur o el de Elche de la Sierra.  Lo que sí destacaría es que hay municipios que, por sus propias características, tienen bastantes proyectos. El caso más claro es el de Nerpio, que tiene nada menos que 12 proyectos acogidos a esta última tanda de ayudas que ha concedido el Gobierno regional.

Por cierto, ¿cuánto cubre la ayuda?

La subvención cubre el 90% del coste total del proyecto y aún así tenemos algunos problemas, pero no porque nos pidan más, sino porque nos piden menos. Hemos tenido casos en los que les decimos a los comuneros que pueden pedir más, que la orden lo permite, que pueden ser más ambiciosos, pero ellos nos dicen que no, echan sus cuentas y no te piden ni un euro más  de lo que estiman necesario aunque les digas que tienen más margen.

¿Es habitual un porcentaje tan alto en unas ayudas de esta clase?

Es que las cantidades en bruto son muy pequeñas. Fíjese en el proyecto  que se ha puesto en marcha entre Ribera de Cubas y La Recueja; son 40.000 euros para reparar unos 30 kilómetros de canalización. En comparación a un gran proyecto de transformación del regadío como los que se desarrollan, por ejemplo, en zonas como la Mancha Oriental, es una cantidad diminuta. 

Sin embargo, el impacto que tiene este pequeño proyecto para la comunidad local es tan alto merece la pena. Por eso, para iniciativas como esta, la Ley 2/2021, de Medidas económicas, sociales y tributarias frente a la Despoblación y para el Desarrollo Rural en Castilla la Mancha, permite incrementos de ayudas adicionales a los proyectos desarrollados en municipios escasamente poblados o en municipios que se encuentren en grave riesgo de despoblación.

¿Ya han comenzado las obras de los proyectos?

Como ya le dije, en cada municipio la situación es diferente pero sí, ya hay obras que están en marcha. Por ejemplo, en la zona de Ribera de Cubas y La Recueja, ya se hicieron trabajos este invierno. También se han hecho trabajos en el proyecto de Villatoya. Y fíjese, sólo con lo que ya tienen en marcha, algunos de estos proyectos ya se han hecho notar más allá de la región.

¿Por ejemplo?

Los de Ribera de Cubas, sin ir más lejos, han llamado la atención en Andalucía. El responsable de la Comunidad de Regantes nos contaba que aquí vinieron técnicos de la región vecina para arreglar un problema que tenían en los regadíos nazaríes de Granada.

¿Los de la Alhambra?

Los del sistema que abastecía la Alhambra, entre otras zonas. Nos contó que, hace unas cuantas décadas, se introdujeron algunos cambios en el sistema que dejaron los nazaríes, con la idea de modernizarlos, de hacerlos más eficientes y, cuando lo hicieron, obtuvieron justo el efecto contrario. Los elementos supuestamente 'modernos', al final hicieron mucho más mal que bien, así que decidieron devolverlos a su estado inicial, pero había un problema, y es que no sabían cómo hacerlo. Para devolverlos a su estado inicial,  necesitaban encontrar en alguna parte de España regadíos que funcionasen igual como los originales y ¿dónde los encontraron? Pues justo aquí, en la provincia de Albacete, en un rincón de La Manchuela.