Toché compareció esta semana y ofreció sus impresiones acerca de la construcción de la nueva plantilla del Albacete que será remozada de una manera notable.

El director deportivo se esforzó en mostrar optimismo, impulsado por el regusto que dejó la última fase de la temporada 2023-2024 en la que el equipo blanco consiguió salvarse del descenso de categoría, y aseguró que se completará una buena plantilla con la que no renunciar a nada.

Como declaración de principios, nada podría objetarse al planteamiento. Otra cosa será una realidad sobre la que no hay nada claro, y más cuando el propio responsable deportivo admitió las estrecheces económicas de la entidad, fruto en parte de la mala campaña anterior cuyas consecuencias todavía están por evaluar.

Si se prescinde de proclamas y lugares comunes, la sensación que comienza a emerger es la de duda, una duda razonable acerca de la plantilla que se está construyendo y la que finalmente quedará fijada para competir en el curso 24-25.

De entrada, los jugadores determinantes en las dos últimas temporadas siguen cambiando de aires, por unas razones u otras. Hace un año lo hicieron Boyomo, Maikel Mesa y Dubasin, que habían formado una excelente campaña; ahora lo han hecho Bernabé, Glauder, Julio Alonso, Jonathan Silva, Olaetxea y Fuster, que completaron todos ellos entre 25 y 42 partidos de liga y se convirtieron en piezas básicas de un equipo forjado sobra la base de la continuidad del conjunto.

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