Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


Desarraigo

06/03/2023

Tal vez la palabra por sí misma no tenga tanta dimensión en la vida actual, como lo que supone la frase de 'depresión por desarraigo', habitual en los contenidos socio-políticos de nuestra sociedad globalizada.
Quería hablar del término una vez escuchada la excelente presentación que nuestra coordinadora del Aula Poética, Carmen Orellana, nos ofreció el pasado miércoles en la Sala acristalada de la Biblioteca Pública 'Fermín Caballero' al hablar de la recordada María Zambrano.
Y es que vivimos una situación actual en la que el desarraigo ocupa gran parte de los mecanismos sociales de diferentes puntos del mundo, en función de las crisis sanitarias, alimenticias, políticas, bélicas o de radicalización; algo que siempre estuvo de moda y que ahora, si cabe más, ocupa uno de los primeros puestos del ranking del bienestar o espacio de vida.
Hay expertos que nos hablan de la experiencia del desarraigo como producto de la migración, tanto de los países subdesarrollados o pobres hacia aquellos que ofrecen –a veces equivocadamente- una mejor calidad de vida. Concretamente la migración latinoamericana a Europa tiene lugar hace ya más de doscientos años y ha sido tematizada e integrada a la cultura como un ítem de desarrollo propio, especialmente en el ámbito de la literatura y de la comunicación oral. ¿O qué decir de la migración de los países subsaharianos hacia Europa y esa 'tumba abierta de un Mediterráneo asesino'?
Pero amigos, el desarraigo no es exclusivo de estas lacras socio-políticas que han tenido y tienen vivencias en el mundo actual, sino que ha sido también producto del propio ser humano, a veces desarraigado de sí mismo, por motivos intrínsecos, morales o conceptuales, algo que a veces es difícil de tratar o imposible de superar.
Las propias sociedades o colectividades de una familia, de un lugar de vida, de una comarca o de una nación, también han provocado desarraigo -familiar o social- generado por los nuevos enfoques en los valores universales desestructurados o mal enfocados por producto de una nueva y equivocada educación o política del bienestar.
En la mayor parte de las ocasiones, esos participantes a diversas formas de conciencia de sí mismo y de la articulación de su propia existencia en el nuevo ambiente, les lleva a un desarraigo indeterminado y a veces, insalvable como persona.
Desarraigo hay en el individuo que huye por persecución política; en el individuo que huye de un conflicto bélico; en el ser que abandona su lugar de origen por necesidad de trabajo, de vida, de subsistencia; en el inmigrante que llega a una sociedad diferente; en el intelectual que es perseguido; en el 'distinto' por xenofobia, racismo o discriminación; y lo hay, sin duda, en el que huye de sí mismo por falta de credibilidad, desconocimiento, inseguridad o incomprensión. Y todo da vida a esa frase lacerante y concluyente: 'la depresión del desarraigo', un profundo cáncer social que afecta al mundo entero y que nos obliga a diferenciar mecanismos inconclusos y contradictorios.