Nicolás Maduro pudo asumir el viernes su tercer mandato consecutivo, pero no hay ni mucho menos una convicción internacional de su duración. La confusión de las últimas horas en Venezuela, en la jornada previa a la toma de posesión del presidente con decenas de miles de venezolanos manifestándose contra el régimen dictatorial, es la prueba más evidente de que no está todo dicho en el país sudamericano. Los episodios que se han vivido las últimas semanas en el país, tratando de imponer un régimen de terror con el fin de intimidar a la población, reprimiendo a ciudadanos y encarcelando de manera arbitraria a otros, es un síntoma manifiesto de que los temores que tiene Maduro tienen cada día más argumento.
El gobierno del dictador se negó a exponer las actas de las elecciones del pasado mes de julio, como reclamaba la comunidad internacional. Solo lo hizo la oposición (explicando una arrolladora victoria), y este silencio le ha dado oxígeno al régimen venezolano para que algunos países, como España y el resto de los de la Unión Europea, excepto Italia, hayan evitado reconocer la victoria de Edmundo González, como sí han hecho Estados Unidos, Argentina, Uruguay, Panamá o la República Dominicana.
Una posición más contundente de la Unión Europea pondría pie en pared a las aspiraciones de Maduro de llevar este mandato hasta el final.
Por el momento Maduro se agarra a que por mucho que hayan intentado evitar su investidura, ha tomado posesión. Pero sabe que lo ha conseguido gracias a movilizar a las fuerzas chavistas, a sacar pasamontañas a la calle e imponer una dictadura de terror porque la población, de manera pacífica, pero mayoritaria, le ha dado la espalda y se está revelando con inteligencia.
Toda esta situación se vive desde Albacete con preocupación, porque la comunidad venezolana en nuestra provincia no es ajena a esa realidad. Confusión, inquietud y escepticismo padecen los venezolanos afincados en Albacete, que requieren ahora más que nunca de la mano amiga y solidaria del resto de los ciudadanos para ayudarles a pasar esta convulsa etapa de su país de origen, donde muchos aún tienen no pocos familiares y amigos, y que luchan de manera directa contra el régimen. Sirva como ejemplo María, venezolana afincada en Albacete, que utilizó un nombre ficticio por miedo a que ella o los familiares que residen en Venezuela sufran represalias del actual Gobierno y que aportó un dato interesante sobre el fraude en las elecciones, ya que comentó que aparece como que ella votó, cuando no lo hizo e ironizó: «Seguro que voté por Maduro».
Desde aquí, no se puede caer en la indiferencia para evitar que el escepticismo de los colombianos emigrantes pueda llegar a resignación.